Especialistas estiman que existen alrededor de 298 mil especies distintas de plantas en el mundo, entre las que destacan las halófitas. Son poco conocidas, pero una referencia común es que son “plantas de sal”, debido a que permanecen en contacto con el agua salada a través de sus raíces.
Las halófitas crecen de manera natural en manglares, marismas, pantanos y playas, es decir, prefieren los terrenos salinos, costeros, continentales o litorales. Se desconoce con exactitud si su tolerancia a la sal deriva de características morfológicas, fisiológicas o climatológicas, que se dan durante su ciclo de vida.
Las plantas halófitas poseen cierta cantidad de sal en su interior, que científicos califican como “normal”, pero eliminan su exceso a través de diversas estructuras, que suelen ser glándulas de sal o, incluso, tricomas secretores de salinidad.
El mecanismo implica que las halófitas concentran en sus hojas el índice de sal que contienen. Posteriormente, éstas caen o mueren. Para compensar esa sal absorben mucha más. De hecho, es común que la concentración en su citoplasma supere a la del sitio. Estas matas guardan la mayor parte de la sal en sus vacuolas. También pueden ser regadas con agua de mar.
Tipos de halófitas
Las halófitas no abundan en el planeta. Tan sólo representan el 2% de todas las especies. Aun así, es complejo hacer una lista debido a que se ignora con precisión la resistencia a la exposición salina de muchas plantas.
Se pueden diferenciar entre estrictas, que implica que sólo pueden desarrollarse en espacios salados, y facultativas, término que hace referencia a su resistencia a grandes aglutinaciones de sal. Estas últimas tienen la capacidad de copar diversas zonas bajas o de poca salinidad. La más habitual es la grama de los salares, llamada Spartina.
Entre las variedades halófitas que más resaltan se pueden mencionar a: rhizophoraceae, verbenaceae, chenopodiaceae, plumbaginaceae tamaricaceae y graminaceae. Entra las más extrañas se hallan las pteridófitas.
Algunas cuentan con características particulares como la laguncularia. Esta planta halófita está compuesta por neumatóforos, raíces negativamente geotrópicas, que progresan fuera del agua salada. También tienen lenticelas en su estructura superficial y un aerénquima totalmente desarrollado.
Características de las halófitas
Las plantas halófitas que se dan en manglares son muy llamativas, debido a que no sólo se adaptan a altas proporciones de sal, sino que también han incorporado, de forma natural, algún mecanismo que les permite resistir a la deficiente aireación del sitio donde se encuentran.
Es posible incluir a la rhizophora mangle en esta tipología,debido a su capacidad de contrarrestar la acción mecánica a la que deben ser sometidas por los cambios periódicos que sufren las mareas. Además están formadas por raíces fúlcreas, las cuales permanecen enterradas en el suelo, aunque con cierto comportamiento similar a los neumatóforos, lo que supone que sus tallos son más largos que su raíz.
Algunas plantas halófitas tienen glándulas especiales, que les ayudan a reducir gradualmente la sal en su estructura. Por lo general, lucen cubiertas de un polvo gris, que contiene cristales de sal en su fórmula. Durante la noche, las halófitas parecen brillar con su color verde, aunque con cierto rocío, que es atraído por la sal en la superficie, que absorbe vapor de agua de la atmósfera.
Una particularidad de estas especies es que ciertas plantas con ciclos de vida cortos, pueden alcanzar su fase de reproducción rápidamente, la cual se da sobre todo es las estaciones lluviosas del año, cuando la concentración de sal es más baja. El agua de lluvia ayuda a que las sales que están en el exterior, ingresen hacia la parte interna de la planta.
Resistencia salina
Una forma de medir cuantitativamente la tolerancia salina de una planta, es «contabilizar» el total de sólidos disueltos en el agua que es utilizada para el riego de la misma. Habitualmente, el agua de mar tiene 36 gramos de sales disueltas por litro (g/l). El de mayor presencia es el cloruro sódico.
Por ejemplo, las legumbres o el arroz pueden soportar alrededor de 3 g/l y se les considera plantas glicófitas, como a la mayoría de las que se utilizan para cosechar. Otras, como la salicornia bigalovii, se desarrollan correctamente con 70 g/l, lo que la hace ideal para una cosecha.
La cebada y la datilera son plantas que pueden aguantar hasta 5 g/l, por lo que se clasifican entre halófilas marginales.
Importancia económica de las halófitas
Investigaciones recientes indican que una especie de planta halófita perenne, la kosteletzkya pentacarpos, crece adecuadamente en desiertos de zonas saladas, en regiones de América del Norte, medio Oriente, Asia o Australia.
Además de no ser invasiva, permite ser regada con agua salada y es altamente resistente a extensas sequías e inundaciones. Sus semillas son apreciadas en la fabricación de biocombustible, específicamente biodiesel y etanol. Asimismo, sería ideal como arena para gatos o ropa para animales.
La semilla de esta planta contiene aminoácidos y, tanto las raíces como sus flores, tienen biopolimeros que sirven como goma para químicos industriales. Otro punto a favor es que su cultivo es económico.
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