Refrescante como ninguna y con una dulzura irresistible, la sandía es una de las frutas más ricas en agua (91%) y baja en calorías. Provine de un arbusto de poca altura de la familia de las cucurbitáceas (Cucurbitaceae), que se caracteriza por ser trepador, herbáceo, geófito o anual.
Conocida también como “melón de agua”, “patilla” o “aguamelón”, es pariente del melón y del pepino. Con ellos comparte innumerables beneficios por su cantidad de nutrientes.
Sus usos son muy diversos. Algunos la consumen en rodajas de forma natural, mientras que otros la usan en la preparación de puré, mermeladas o confituras.
En Rusia, por ejemplo, se elabora un vino a partir del zumo de la sandía. En medios rurales la utilizan para darle de comer al ganado, y en ciertos países aprovechan hasta las semillas tostadas y saladas para la elaboración de alimentos y postres.
Características de la sandía
Citrulluslanatus es el nombre científico de la sandía. Denominada en la botánica como pepónide (fruto carnoso unido al cáliz, de ovario ínfero, con muchas semillas), presenta una forma redondeada u ovalada, aunque también se le consigue achatada por los extremos. Debido a técnicas practicadas en algunos países asiáticos, especialmente en Japón, se pueden hallar ejemplares cuadrados.
Es una de las frutas más reconocibles, dado su gran tamaño. Puede alcanzar los 30 centímetros de diámetro y pesar hasta 20 kilogramos. Sin embargo, las sandías destinadas a la exportación tienen un peso de entre tres y ocho kg.
La sandía presenta una pulpa carnosa, de textura acuosa y refrescante, con un tono rojo intenso -por un antioxidante llamado licopeno, presente también en los tomates- pero dependiendo de su variedad puede ser rosada, amarilla o anaranjada.
Su sabor es dulce, por lo que suele ser muy empleada para la elaboración de jugos y papillas.
Las semillas están esparcidas entre su pulpa, y miden un centímetro. Son de color negro, marrón o blanco, y poseen vitaminas.
La cubierta de su exterior es lisa y de diversas tonalidades de verde, con pintas amarillentas, grises, blancas o verde claro. Su grosor es de cuatro centímetros.
la planta de la sandía
La sandia proviene de una planta del reino vegetal que se distingue por ser anual, rastrera y de poco tamaño. La especie más grande puede medir cuatro metros.
El tallo y el reverso de las hojas están cubiertos por vellos. Produce flores de color amarillo, que pueden ser masculinas o femeninas (plantas monocoicas), aunque existen casos de hermafroditismo.
Origen
Varios estudios coinciden que la sandía comenzó a cultivarse en el continente africano, específicamente en el desierto de Kalahari, lugar en el que continúa creciendo de forma silvestre hasta el día de hoy.
Sin embargo, hay otros escritos que indican que los primeros vestigios de este fruto se encontraron en los fértiles márgenes del río Nilo en Egipto y datan, incluso, de la época 3.000 A.C. El cultivo de la Sandía pudo darse perfectamente en esa zona debido a la abundante agua y a la calidez del clima en esa región.
Dicha hipótesis podría explicar cómo la sandía ascendió por el valle del Nilo hasta llegar al Mar Mediterráneo, Próximo Oriente, India y Europa, comercializándose en países costeros de ese último continente como Italia, Grecia y España.
Otras investigaciones indican que fue en el siglo X cuando se introdujo en China, donde se arraigó en las costumbres y tradiciones.
La siembra y consumo de sandía pudo haberse popularizado en el siglo XVI, cuando los conquistadores europeos la introdujeron a América.
Cultivo de la sandía
Actualmente Asia se repunta como la principal productora de sandías, con más del 80% de las cosechas mundiales. Mientras que África, Norteamérica y Europa estiman sus producciones a tres o cuatro toneladas al año.
La sandía se ha dado muy bien en distintos lugares ya que no es muy exigente en cuanto al suelo. Prefiere los terrenos bien drenados, ricos en materia orgánica y fertilizantes. La época ideal para sembrarla es en primavera. Germina 10 días después de plantada.
Los climas cálidos, con mucho sol y calor, son idóneos para su desarrollo. Pero cabe destacar que necesita ser regada constantemente con grandes cantidades de agua, evitando empapar la parte aérea de la planta.
Debido a que es propensa a ser atacada por algunos hongos como el Fusarium oxysporum, la sandía debe injertarse sobre otra planta con raíces resistentes a este parásito. Para ello, se utilizan Cucurbitaficifolia, Benincasacerifera o Cucurbitamoschata.
Conservación
A la hora de selección una sandía hay que comprobar que tenga una piel amarrillo cremoso. Si está blanca o verdosa, es señal de que fue recolectada prematuramente, por lo que no será de buena calidad.
Sabremos si está madura si el interior suena hueco al golpearla. Es importante que la corteza no presente rozaduras ni golpes.
Se mantiene hasta por dos semanas en el refrigerador, a 15° centígrados, y de tres semanas en adelante si permanece en un ambiente de 7° a 10°C.
Variedades de sandía
Entre las variedades de sandía se encuentran las diploides (con pepitas) y triploides (sin pepitas). Las primeras son las más antiguas y de mayor tamaño. Su forma siempre es redonda y alargada, y entre estas destacan la Klondine (más dulce y de color rojo fuerte), Jubilee (de corteza gruesa y pulpa rosada o roja), Fiesta (especialmente dulce), CrimsonSweet (de color verde o amarillo con rayas), Abrusen (de pulpa roja y corteza verde oscura) y Ananas (de pulpa amarilla y corteza verde clara, con franjas más oscuras).
Las sandías “sin pepitas” son cultivadas al cruzar semillas normales con otras previamente tratadas con químicos especiales. Esto hace que las semillas sean blandas y blanquecinas, por lo que no incomodan al masticarlas. Entre estas destacan la Alena (procedente de Israel y de sabor muy dulce), Amarillo (redondeada y de pulpa amarilla), Butterball (de pulpa amarilla y corteza resistente), Crimsom Trio yTiffany (ambas melonas y de color rojo intenso).
Beneficios y nutrientes
La sandía es más que una fruta de intenso sabor. Está compuesta por poderosos nutrientes que la hacen apetecible y saludable. Aporta 91% de agua por peso, lo que la convierte en un alimento con una carga mínima de carbohidratos y grasas.
Entre sus nutrientes se encuentran la vitamina A y C, vitaminas B1, B2, B3 y B6, potasio, magnesio, manganeso, hierro, fósforo y fibra.
Ayuda a contrarrestar los síntomas de la insolación, hipertensión y faringitis. Contribuye además a la formación de colágeno en la piel, protege el aparato digestivo, fortalece los huesos y es un excelente diurético, por lo que es indicada para personas con cálculos renales y elevado ácido úrico.
También es conocida por su capacidad para prevenir el asma, la presión arterial, el cáncer, el estreñimiento y las afecciones digestivas.
Pese a sus altos beneficios, algunos expertos sugieren evitar la ingesta de sandía inmediatamente después de las comidas principales, ya que su elevado nivel de agua tiende a diluir los jugos gástricos, retrasando el proceso digestivo y provocando molestos síntomas.
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