Hay árboles que conservan su verdor y sus hojas sin importar los cambios de estación ni los períodos de reposo vegetativo. A la flora con esta característica distintiva se le identifica con el término perennifolio, compuesto por el vocablo “perennis” que significa perenne o duradero, y “folium” que hace referencia a la hoja. Algunas variantes del nombre son “siempreverde” o “sempervirente”.
Todavía en regiones de frío inclemente, estos árboles permanecen revestidos por su follaje. Son lo opuesto a los caducifolios. Mientras éstos pierden sus hojuelas y se ven afectados por las variaciones climáticas, los perennifolios se desprenden de una escasa fracción de sus hojas para renovarlas de manera paulatina. Esto lo hacen cada uno o dos años, pero a pesar de ello su copa siempre está cubierta y vistosa.
Perennifolio De hojas anchas
En una de las subcategorías que engloba a los perennifolios se encuentran las especies de hojas anchas. Crecen en territorios ecuatoriales y en tierras tropicales con precipitaciones frecuentes. Sin embargo, ejemplares como el magnolio o ficus pueden conseguirse en zonas con ambientes más calurosos. Su enorme tamaño contribuye a la diversidad de altitudes en la flora.
Están coronados por amplias copas que absorben los rayos solares impidiendo que lleguen a la vegetación de menor elevación. Esto hace que sean escasos los arbustos que logran sobrevivir bajo la sombra que ellos generan.
Los epifitos que cuelgan en maderos o ramas y las enredaderas, son dignos representantes de los perennifolios, siempre altivos como si quisieran “abrazar” el sol.
Es menos frecuente observar variedades de este tipo en climas templados, pero hay excepciones como el naranjo, olivo, sauce, laurel, algarrobo y eucalipto.
Donde predominan las bajas temperaturas reinan los abedules, pertenecientes al orden de las Fagales, integrado por otros árboles como robles, hayas y alisos,
árboles perennifolios Con escamas y agujas
Algunos árboles perennifolios pueden tener sus hojas con una singular forma que emula a las escamas o a las agujas. Resultan rígidas al tacto y están cubiertas por una capa de resina.
Entre sus exponentes por excelencia destacan el ciprés, tejo, pino, cedro y la sequoia. Todos ellos entran también en el compendio de las denominadas coníferas, que son árboles que crecen con apariencia de cono.
Especies como el pino o el alerce abundan en las regiones que comprenden Siberia, Alaska y Escandinavia formando abundantes bosques. Tales frondosidades están muy presentes y cubren las partes más elevadas de continentes como Asia, América y Europa.
Perennifolio, una Cuestión de adaptación
La flora busca “encajar” en el ambiente donde crece. Por ello ciertos ejemplares poseen hojas caducas y otras perennes. La vida útil de las hojas dependerá de las peculiaridades del clima y el suelo donde se halle el árbol, así como de las necesidades de adaptación que pueda tener.
Rasgos como tamaño, composición y forma permiten a ciertas especies como la encina, por ejemplo, prevenir la deshidratación en épocas veraniegas cuando en los bosques mediterráneos abundan las altas temperaturas y escasea el agua. Además, las ayudan a conservar las hojas cuando la temperatura desciende por la llegada del invierno.
Bosques perennifolios
La mayoría de los bosques perennifolios o zonas húmedas están en las zonas florales del mediterráneo. Cada milímetro de la planta está “moldeado” para sobrevivir a la falta regular de lluvia. Poseen raíces profundas y de gran extensión, y sus hojas tienen una textura resistente y fuerte.
Los ejemplares de mayor relevancia son los alcornoques y encinas. Estos árboles poseen una altitud moderada, sus troncos son curvos, gruesos y estriados. También pueden admirarse sus copas esféricas que brindan excelente cobijo para el sol.
El alcornoque es verde intenso y de él brotan unas bellotas no comestibles de tres centímetros de longitud. Las hojas miden entre 4 y 7 centímetros, pero lo más representativo de él es su tiempo de vida, que puede ser de entre 150 y 250 años.
La encina, por su parte, posee un tronco consistente y de buena resistencia, cualidades que lo hacen ideal para la elaboración de muebles. Entre las regiones donde puede encontrarse están Extremadura, Sierra de Guadarrama, Sierra Morena y Salamanca.
Otra de las variedades perennifolias que es ampliamente conocida es el pino. Es un sobreviviente nato. Su capacidad para soportar tanto la humedad, la sequía, el frío y el calor por igual, lo convierten en el favorito para la ornamentación de parques y espacios abiertos.
La acacia mimosa también destaca por ser un árbol perennifolio. Hay cerca de 1000 especies en Australia. Crece erguida y esbelta hasta alcanzar unos 10 metros de altura. Si se somete a constantes podas se refuerza su poder de supervivencia.
Buena parte de los árboles perennifolios son fuente de madera y leña. Algunos son claves para la subsistencia de otras plantas e incluso de los animales y ciertas comunidades indígenas. Son sustento de nutrientes y agua, regulan el clima, la erosión y ayudan a mantener la biodiversidad. Realmente sus ventajas son múltiples y notables.
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