La zamia comprende un género arropado por la familia de las zamiáceas, así como emparentado con las cícadas. En ella converge una cincuentena de variedades autóctonas del continente americano, en especial de sus regiones sur, centro y norte.
Sus especies son arbustivas, caducifolias y poseen tallos breves redondeados subterráneos o flotantes. Tales tallos pueden superar inclusive los 3 metros de altura. Tiene folios suculentos, lustrosos, cerosos así como pinnados carentes de nervio central visible.
Con frecuencia sus bordes son rectos, pero hay variedades de zamia que los poseen dentados. A simple vista estas plantas guardan cierto parecido con la palma. Son dioicas, presentando ejemplares femeninos o netamente masculinos, lo que se evidenciará en sus flores.
Características de la zamia
Tienen la particularidad que sus foliolos rastreros no se limitan a ser espinosos. Los brotes de una multitud de variedades de zamia tienden a golpearse, mientras otras tienen sus junturas rojizas o tostadas. Sus esporofilos se desarrollan en hileras derechas en forma de estróbilo.
En cambio, sus ángulos son chatos carentes de espinas. La zamia tiene semillas alargadas carmesí, naranjas, pajizas o en casos más raros níveas. Su endospermo tiene escasos cromosomas, proveniente del gametofito femenino. Todo el género engendra coronas numerosas haciendo a la zamia altamente decorativa.
El grueso del género crece en ambientes calurosos, de abundante humedad o en las selvas del trópico. Por otro lado, son cuantiosas las variedades que se acoplan a climas más frescos. Su nombre viene de un vocablo de la lengua griega “azaniae”, en español traduciría cono de pino.
Conociendo sus especies más representativas
Entre las más divulgadas, se encuentra la especie zamia variegata. Se distingue por sus folios de generosas proporciones de un intenso tono verde, tiene notorias venas pajizas. De hecho, fue bautizada a causa de ellas.
En los suelos caribeños, crece la variedad zamia integrifolia. Aunque recibe otros nombres como zamia floridana o pumila. Lo más resaltante reside en sus múltiples tallos que crecen bajo tierra con numerosas ramificaciones. Sus folios tienen una textura muy similar al cuero. Por otra parte, sus hojas de un tono verde llamativo guardan gran semejanza con el helecho.
En la parte costera del mapa mexicano crece la variedad zamia furfurácea. Parte de su tallo se encuentra bajo tierra, no presenta bifurcaciones, tiene una naturaleza suculenta y puede alcanzar hasta un metro de alto.
Estos ejemplares son rastreros, brotando incontables pares de folios. Cuando la planta alcance su madurez, estos se tornarán de un atractivo verde oliva adquiriendo una vellosidad roja. ¡Mucho cuidado con sus semillas! Pues se ha descubierto que son altamente tóxicas.
A diferencia de sus pares, soporta muy bien las temperaturas bajas. Sin embargo, será necesario que tenga su tronco enterrado en caso de estar a cielo abierto. También se le cultiva en áreas costeras, mostrando gran resistencia de cara a épocas de sequías.
Cultivo de la zamia
Si bien por naturaleza la zamia agradece un ambiente caluroso, también muestra gran versatilidad en climas diversos. De tal manera, se les puede ubicar para que reciba sol de lleno o en áreas con sombra parcial. Lo aconsejable es que el ejemplar cuente con una iluminación óptima, sin recibir los rayos UV por completo.
Con regularidad habrá que limpiar sus folios con una mota de algodón humedecida. Los jardineros o amantes de la botánica tendrán que abstenerse de apelar a los limpiadores de hojas. A partir de las estaciones primavera-verano la zamia requiere un riego copioso, porque está creciendo activamente.
Del resto, bastará con riegos que impidan que su sustrato seque del todo. La zamia agradece una tierra blanda con excelente drenaje. Porque cualquier encharcamiento repercutirá en su salud. El trasplante se realizará cuando el tiesto actual se torne “pequeño”.
Fertilización y podado
En la temporada de primavera, así como a lo largo del verano, se diluirá el abono con los riegos. Esto se realizará de forma mensual, apelando a un buen fertilizante dividiendo las cantidades sugeridas en el empaque. Se aconseja una opción que contenga macro y microelementos.
A saber, debe poseer fósforo, hierro, cobre, potasio, manganeso, nitrógeno, zinc, molibdeno y boro. Así garantizarán un crecimiento óptimo de las plantas. Este género prescinde de un podado en el sentido estricto de la palabra, pues se trata más de labores de limpieza. Eliminándose hojas maltrechas o secas que son un imán para las enfermedades.
¿Cómo se reproduce?
Se le puede propagar por separación de planta o semilla. Sin embargo, hacerlo por semilla es muy complejo, por lo que muchos prefieren acudir directamente al vivero más cercano. Cuando llegan las fechas otoñales, se remueven los folios y los esquejes son enterrados de “pie” en un mantillo compuesto por 50% arena y 50% turba.
Es necesario vigilar que la tierra se mantenga humedecida. Posee un ritmo de crecimiento paulatino, por ello se disparan sus precios en los viveros. Al reproducirla, se constatará que la zamia crece con calma porque esperará hasta la próxima primavera para tener hijuelos. Una ventaja importante de la zamia radica es que es poco propensa a contraer enfermedades o plagas.
¿Cuáles son sus usos?
Poco a poco se ha granjeado gran popularidad en los espacios verdes por su facilidad de cultivo así como porte decorativo. Su cultivo es tan sencillo que en varias áreas del trópico se le tiene como especie invasiva. Para su aprovechamiento decorativo se tiene en tiestos.
A estos se les ubica sin dificultad en jardines o espacios interiores. En las zonas costeras de abundante sol se le emplea también a manera de cubierta vegetal. Algunas de sus especies poseen rizomas ricos en almidón hasta tal punto que forman parte de la dieta humana. La variedad pseudoparasitica se desarrolla encima de los troncos de los árboles, muy similar a las orquídeas.
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