La orquídea se ha ganado un prestigio mundial, quizás, más que cualquier otra flor en el mundo. La belleza y variedad, ha convertido a la orquídea en un símbolo de la exaltación del romanticismo. Cuando un hombre obsequia una orquídea, obsequia su corazón. Por ello ha sido retratada en versos y sonetos, en películas y obras de teatro. Pero detrás de la hermosura de sus flores, hay una planta que merece ser rescatada por sus enormes cualidades.
Las orquídeas, también llamadas orquidáceas pertenece a la familia de plantas monocotiledóneas. Sus rasgos más distintivos están dados por la complejidad de sus flores – formas y colores de los más variados, aún en una misma planta – y la interacción ecológica, es decir su fuerte capacidad de adaptarse al medio donde se encuentra. Es por eso que, a pesar de ser una planta propia de climas tropicales, la orquídea se ha ido adaptando a todos los climas y hoy encontramos diversas especies en casi todo el mundo.
En la familia de las orquídeas se han registrado, aproximadamente, 25 mil especies. A esto hay que sumarle que los floricultores han desarrollado unas 60 mil variedades híbridas. Estos son números dignos de destacar.
La orquídea es una planta herbácea perenne. Estas plantas pueden crecer de manera terrestre, epífitas – que se desarrollan sobre otra planta, sin parasitarla – y algunas veces como saprófita, es decir que se alimenta de la descomposición de microorganismos terrestres.
Algo de historia sobre la orquídea
Las primeras referencias que se tiene sobre la existencia de esta planta, nos remonta a la Antigua Grecia. En siglo VI a.C. el filósofo Teofrasto escribió un tratado sobre botánica. En este tratado, el griego hace referencia a una planta que llamó su atención porque poseía dos tubérculos juntos, lo que le representó la idea de los testículos de un hombre. De allí su denominación: orchis que significa “testículo”.
Las culturas china y japonesa han dejado registros de siglos de veneración a la orquídea. Hasta el día de hoy se considera a Japón como la tierra de los especialistas en el cultivo de orquídeas.
Charles Darwin, en sus estudios sobre la evolución de las especies, hace una referencia muy particular sobre la orquídea: “Las variadas estratagemas que usan las orquídeas para atraer a sus polinizadores trasciende la imaginación de cualquier ser humano”
La flor de la orquídea y sus características
Es, justamente, su flor lo que ha convertido a la orquídea en una planta de tanta reputación. Los botánicos sostienen que esta familia de plantas es la que tiene la mayor variedad de flores – cada una de ellas de una belleza sin igual – y esto se debe a su alta adaptabilidad a los agentes polinizadores. Sus colores y formas van adaptándose a las necesidades de atraer distintos insectos y animales, según la región donde se desarrolla cada variedad de orquídea.
Las flores están conformadas, en su estructura externa por tres sépalos que rodean a tres pétalos, todos apoyados en un labelo. Tanto sus pétalos como sépalos adquieren, según la especie de la que se trate formas muy diversas y llamativas.
La flor de la orquídea no presenta, generalmente, colores uniformes. Por el contrario, cada flor ofrece una gama y dibujos de gran atractivo, que sirven para atraer a los agentes polinizadores. Esta planta es gran productora de néctar, con el que premian a los polinizadores.
Cultivos, cuidados y economía
La razón fundamental del cultivo de la orquídea está relacionada con la belleza de sus flores, es decir que los fines son, casi exclusivamente, ornamentales, aunque se conocen, desde la antigüedad algunos otros usos que han trascendido hasta nuestros días. El saborizante y aromatizante tan conocido como vainilla, proviene de una variedad de orquídea. Ya los Aztecas la utilizaban para acompañar el chocolate.
La multiplicación de la orquídea puede hacerse mediante el uso de sus semillas – dada la gran cantidad de ellas que produce cada fruto – pero para esta forma de cultivo, la semilla, que carece de los nutrientes necesarios, se asocia a un hongo que facilita su crecimiento. También se pueden obtener nuevas plantas, a partir de la división del tallo, usando los hijuelos que desarrollan pequeñas raíces.
El método de la clonación y cultivos in vitro, han dado un fuerte impulso comercial a los productores de orquídeas. Lo que también ha favorecido el desarrollo de miles de especies híbridas.
Todo esto se ve favorecido por la robustez de una planta capaz de adaptarse a cualquier condición geográfica o climática, muy alejado, esto, de la creencia popular que supone a la orquídea como una planta de suma fragilidad.
Así hemos conocido a una de las plantas más bella y extendida por el mundo.
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