En la familia de las moráceas, específicamente en el género Morus se halla un peculiar ejemplar del este y centro asiático. Los científicos la denominan “Morus alba”, pero el ciudadano de a pie la conoce como morera.
Se cultiva ampliamente en Corea, Manchuria y China. Su popularidad también se extendió al continente europeo y americano.
características de la morera
Al principio tiene un crecimiento acelerado, que puede traducir en máximo 15 metros de alto. Sin embargo, en promedio cuentan con 5 metros de alto. Su follaje es grisáceo, sus hojas tienen un pecíolo de 1.5 a 2 centímetros de diámetro.
El limbo de la morera mide máximo 6 cm de ancho por 5 cm de alto. Es ovalado, parcialmente agudo y serrado. Por otra parte, su infrutescencia es níveas o níveas-rosas sus apéndices miden 2.5 cm de ancho por 1 cm alto. Sus moras se caracterizan por ser desabridas.
Su copa tiene forma de cúpula dilatada. En algunas variedades las ramas caen de forma que dan la impresión de ser lágrimas.
En abril aparecerán las primeras flores, mientras que los frutos se asomarán en el transcurso de mayo. La morera tiene una óptima resistencia a los cambios climáticos. Es caducifolia y tolera la poda.
Cultivo de la morera
Al momento de su cultivo destacará su tolerancia a distintos suelos. No obstante, sus favoritos son aquellos que permiten la buena ventilación de sus rizomas. Una acidez neutra será la más indicada.
Se podría decir que la morera es una especie “todoterreno”. Así lo sugiere su resistencia de cara a heladas o temperaturas elevadas. De igual manera, soporta la contaminación de las urbes e incluso cierta salinidad en el aire.
Puede desarrollarse bien en temperaturas que oscilen entre los 15ºC hasta poco menos de 40ºC. Debido a ello, se explica su amplia difusión en el planeta. Situarla en un espacio bien luminoso será todo un mimo para ella.
Los rayos UV ayudarán a que crezca sana y velozmente. Además, brindará una sombra que vale la pena aprovechar. Necesitará un riego moderado, siempre previniendo que la tierra se torne lodosa. De hecho, podría afectar a los rizomas de la morera y originar enfermedades. Si bien tolera las sequías, esta ralentiza su crecimiento y causa un tamaño más compacto de sus hojas.
Abonado y poda de la morera
El abonado puede hacerse de forma previa a la siembra. Se prepara un bancal hondo pensado para especies de gran tamaño. Allí se agregará la materia orgánica combinada con la tierra a una hondura que oscile entre 20 a 30 cm.
Será cuestión de tiempo para que la morera extienda sus grandes y vigorosas ramas. Hay que aprovechar cuando el ejemplar es joven para dirigir su crecimiento. Así podrá moldearse poco a poco su copa.
Es importante recalcar que esta labor llevará algunos años. Luego será cuestión solo del mantenimiento, retirando toda rama enferma o deslucida. El tiempo idóneo para esta labor es en la época invernal. Pues la morera está en su descanso vegetativo.
Reproducción
Se reproduce de forma simple por esqueje o semillas. Para conservar las características que tanto gustan en la planta matriz, se suele inclinar por la multiplicación de esquejes.
Otra ventaja de esta manera es que se puede disfrutar sin largas esperas. Los hijuelos más recientes serán ideales. Entre ellos, se escogen los que tengan el grueso aproximado de un lápiz de grafito.
Se cortan a 20 centímetros, cerca de su yema y en ángulo diagonal. Después se aplican hormonas que promueven el enraizamiento, para insertarse en el abono. Acá suele usarse una mezcla de arena y turba.
Se dejarán en una ubicación cálida, pero protegida del sol directo por varias semanas. El riego módico coronará los esfuerzos.
¿A qué es vulnerable la morera?
La morera goza de excelente soporte frente a plagas. Aunque pueden afectarle las cochinillas y pulgones. Sin embargo, cubriendo al pie de la letra sus necesidades será fácil prevenir tales infecciones.
¿Está infectada? Las opciones ecológicas son las más certeras. Es posible combinar el aceite de Neem con jabón potásico para potenciar el efecto. Los hongos suelen aparecer como consecuencia de un riego excesivo.
¡Una planta, diversidad de usos!
En primera instancia, destaca porque sus folios son la comida del gusano de seda. Sin ella, les sería imposible crear la seda. Es una especie ampliamente utilizada en calles, paseos y patios de manera ornamental.
Sus frutos pueden comerse, aunque carecen de un sabor que seduzca al paladar. En la antigüedad, raíces, hojas y corteza se utilizaban como purgantes, tónicas y diuréticas.
La mora es altamente eficaz contra el catarro. También tiene cualidades relajantes y digestivas. Sus hojas también tienen poderosos efectos antipiréticos. En especial con fiebres tercianas y cuartanas.
También con estas partes de la morera, puede prepararse un jarabe. Este es una gran alternativa para dolores de garganta o tos. Unas cuantas hojas frescas en ½ litro de agua hace maravillas con la tensión alta.
Para los casos de falta de apetito o malestares estomacales, hervir sus hojas puede ayudar a corregirlo. Por lo tanto, resultará muy útil tener la morera en casa no solo por su uso ornamental, sino para el cuidado de la salud familiar.
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