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Chirivía

Similar en forma a la zanahoria, la chirivía es una hortaliza de raíz pivotante comestible, reconocida por sus múltiples propiedades beneficiosas para la salud. Esta planta ha sido cultivada en Europa y Asia durante milenios, y llegó a ocupar un lugar destacado en la alimentación de diversas civilizaciones antiguas, como la romana y la celta, donde se valoraba no solo como alimento sino también por sus usos medicinales.

Con el descubrimiento de América y la posterior introducción de la patata en Europa, la chirivía fue perdiendo protagonismo en la dieta europea, aunque sigue siendo apreciada en ciertas regiones por su sabor dulce y su versatilidad culinaria. Además, la chirivía pertenece a la familia Apiaceae, anteriormente conocida como Umbelíferas, que incluye otras hortalizas como el apio, el perejil y el hinojo.

El nombre científico de esta planta es Pastinaca sativa. Su raíz, de color crema o amarillento, se consume generalmente cocida, y destaca por su aporte de fibra dietética, vitaminas (especialmente vitamina C y algunas del grupo B) y minerales como potasio, magnesio y fósforo. Por sus características nutricionales, la chirivía es valorada en dietas saludables y en la gastronomía tradicional para preparar purés, sopas y guisos.

Descripción de la chirivía y sus características

La chirivía es una planta bienal, lo que significa que completa su ciclo de desarrollo en dos años. Su morfología es similar a la de la zanahoria, ya que posee un sistema radicular compuesto por una raíz principal pivotante, carnosa y gruesa, que puede alcanzar una longitud de aproximadamente 20 centímetros. Esta raíz presenta un color marfil cremoso o blanquecino, característica distintiva que la diferencia de otras raíces comestibles.

Durante el primer año, la chirivía desarrolla un tallo corto del que emergen hojas en forma de roseta. Estas hojas son grandes, pudiendo llegar a medir hasta 40 centímetros de longitud, y cuentan con pecíolos largos en su base. Los bordes de las hojas varían entre dentados y lobulados, lo que aporta diversidad en su apariencia.

Raíz pivotante de chirivía

Su sistema radicular cuenta con una raíz principal pivotante que llega a medir unos 20 centímetros, es carnosa y gruesa. El color de esta raíz pivotante es marfil cremoso o blanquecino.

En el segundo año, la planta experimenta un crecimiento significativo en su estructura aérea, desarrollando ramificaciones que pueden alcanzar hasta 80 centímetros de altura. En los extremos de estas ramas aparecen umbelas que contienen flores pequeñas, de color blanco verdoso, características que facilitan su polinización.

Las semillas de la chirivía son aplanadas y presentan estrías, con un color castaño que facilita su identificación. Estas semillas son esenciales para la reproducción de la planta y su cultivo en diversas regiones.

Además de sus características morfológicas, la chirivía es valorada por su sabor dulce y delicado, que se intensifica tras la exposición a las heladas, hecho que mejora su textura y dulzura natural. Esta raíz es ampliamente utilizada en la gastronomía europea, especialmente en sopas, guisos y purés, debido a su capacidad para aportar un sabor suave y ligeramente dulce.

Propiedades nutricionales y beneficios para la salud

Antes de la introducción de la patata en Europa, la chirivía desempeñaba un papel fundamental en la alimentación, especialmente durante los fríos inviernos. Su elevado contenido de hidratos de carbono y azúcares naturales la convertía en un alimento energético esencial para combatir el frío y mantener la vitalidad.

Sopa de chirivía

El consumo de chirivía es recomendado para aquellas personas que sufren de hipertensión, gota, retención crónica de líquidos y reuma. Aunque su aporte de fibras es menor, suele ser recomendada para ciertos trastornos intestinales. Esta planta se consume, por lo general, en sopas y guisos.

Además de su aporte significativo de carbohidratos, la chirivía destaca por su contenido en vitaminas del complejo B, incluyendo niacina y tiamina, que son fundamentales para el metabolismo energético y el buen funcionamiento del sistema nervioso. También aporta sodio en cantidades moderadas y contiene vitamina C, aunque en menor proporción, lo que contribuye a fortalecer el sistema inmunológico y prevenir enfermedades.

El consumo de chirivía es especialmente beneficioso para personas que padecen hipertensión, gota, retención crónica de líquidos y reumatismo, debido a sus propiedades diuréticas y antiinflamatorias. Aunque su contenido de fibra es relativamente bajo en comparación con otros vegetales, se recomienda en ciertos trastornos intestinales por su fácil digestión y efecto suave sobre el sistema digestivo.

Este tubérculo se suele preparar en sopas, guisos y purés, siendo preferible su consumo tras un proceso de cocción que permite suavizar su textura y potenciar su sabor dulce y ligeramente picante. A diferencia de la zanahoria, la chirivía carece de betacarotenos, pero contiene una mayor variedad de nutrientes, lo que la convierte en una alternativa nutritiva y sabrosa.

Los horticultores aconsejan cosechar las raíces de chirivía en otoño, ya que durante esta estación la planta concentra sus propiedades nutricionales y se intensifica su sabor característico, una mezcla dulce y ligeramente picante que enriquece cualquier preparación culinaria.

El cultivo de la chirivía

La chirivía es una planta que no presenta grandes exigencias en cuanto al tipo de suelo, aunque su desarrollo óptimo se logra en regiones con suelos fríos y heladas frecuentes. Estas condiciones favorecen la calidad y el sabor del producto final, motivo por el cual países como Finlandia se destacan por su cultivo extensivo de chirivía.

El cultivo se inicia a partir de semillas, que pueden sembrarse en suelos poco profundos y con bajo contenido pedregoso. Es recomendable evitar suelos muy ácidos, ya que estos tienden a agrietar las raíces, afectando negativamente su aspecto comercial y su calidad.

La siembra se realiza agrupando las semillas en pequeños grupos, separados entre sí por una distancia aproximada de 15 centímetros. La profundidad de siembra no debe superar 1 centímetro para garantizar una correcta germinación. Además, es preferible efectuar la siembra en días sin viento, dado que las semillas son muy livianas y pueden ser arrastradas fácilmente. El momento ideal para sembrar es a comienzos de la primavera, cuando las condiciones climáticas comienzan a ser favorables para el crecimiento.

Cultivo de chirivía

Luego de la siembra, es conveniente mantener la temperatura del suelo cubriéndolo con material orgánico. El riego debe ser regular para mantener la humedad del suelo, pero evitando cualquier tipo de encharcamiento ya que agrieta la raíz pivotante de la chirivía.

Después de la siembra, se recomienda mantener una temperatura adecuada del suelo, cubriéndolo con material orgánico como paja o compost. Este tipo de cobertura ayuda a conservar la humedad y protege las semillas de cambios bruscos de temperatura. El riego debe ser constante para mantener el suelo húmedo, pero es fundamental evitar el encharcamiento, ya que el exceso de agua puede provocar la aparición de enfermedades y agrietar la raíz pivotante característica de la chirivía.

Una práctica esencial durante el cultivo es la limpieza periódica de las parcelas para eliminar malezas que puedan competir por nutrientes, agua y espacio. Esta labor contribuye a un mejor desarrollo de las plantas y a una cosecha de mayor calidad.

La recolección de la chirivía se realiza en otoño, momento en el cual las raíces han alcanzado su tamaño y sabor óptimos. La cosecha es sencilla e implica extraer la planta completa desde la raíz, asegurando así la recuperación del tubérculo en su totalidad.

Adicionalmente, cabe destacar que la chirivía puede conservarse en condiciones adecuadas durante varios meses después de la cosecha, especialmente si se almacena en ambientes frescos y húmedos. Esto la convierte en un alimento valioso para la alimentación invernal en muchas regiones.

Producción y comercialización

Actualmente, la producción y comercialización de la chirivía es limitada y se mantiene principalmente a nivel doméstico o en pequeños cultivos familiares. Pocos mercados hortícolas ofrecen este producto de forma masiva, lo que refleja su estatus como un cultivo marginal en comparación con otras raíces más populares como la zanahoria o la remolacha.

No obstante, es importante destacar que en regiones de clima frío, especialmente en partes del norte y centro de Europa, la chirivía tiene una mayor presencia y consumo. Esto se debe a su resistencia a bajas temperaturas y a su sabor dulce que se intensifica tras las primeras heladas, lo que la convierte en un ingrediente tradicional en la gastronomía local durante el otoño e invierno.

Además, la chirivía se cultiva en suelos profundos y bien drenados, y su ciclo de cultivo suele ser más largo que el de otras hortalizas, requiriendo entre 120 y 150 días para alcanzar la cosecha. Esta necesidad de un período prolongado y condiciones específicas puede limitar su producción comercial a gran escala.

En algunos países, la chirivía se está recuperando como un producto gourmet y sostenible, valorado por su sabor único y sus propiedades nutricionales. Su contenido en fibra, vitaminas y minerales la hacen atractiva para dietas saludables, lo que ha impulsado un interés creciente en su cultivo orgánico y en mercados especializados.

Usos culinarios y culturales

La chirivía ha sido tradicionalmente utilizada en la cocina europea como un ingrediente versátil, especialmente en la preparación de sopas, purés y guisos. Su sabor dulce y delicado, que se intensifica tras las primeras heladas, la convierte en un complemento ideal para platos de invierno, aportando una nota ligeramente picante y aromática.

En algunas culturas, la chirivía también ha tenido un papel importante más allá de la gastronomía, utilizándose en remedios caseros por sus propiedades medicinales, especialmente para problemas digestivos y articulares. Su uso en la medicina tradicional resalta el valor que se le ha otorgado a lo largo de la historia.

Actualmente, chefs y cocineros interesados en la recuperación de productos autóctonos y sostenibles incluyen la chirivía en menús gourmet, destacando su textura y sabor como un elemento diferenciador y nutritivo dentro de la cocina contemporánea.

Abr 20, 2017Fran García

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Fran García

Especialista en jardinería práctica y urbana

Llevo años transformando espacios pequeños en jardines vibrantes y llenos de vida. Creo firmemente en métodos prácticos y sostenibles que puedan aplicarse fácilmente en casa. Mi objetivo es ayudarte a disfrutar de las flores sin complicaciones, compartiendo trucos efectivos para cuidar plantas incluso en las condiciones más desafiantes.

📌 Me apasiona hablar sobre: Diseño de jardines compactos, plantas resistentes, técnicas de jardinería urbana y soluciones creativas para espacios reducidos.

Apiaceae, Hortalizas
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