La palabra silvicultura se traduce como «cultivo de los campos». En ella recaen todas las actividades que se realizan para promover la siembra, el cuidado y la explotación de los bosques y montes. Con el tiempo se ha considerado una ciencia, y se le ha relacionado con la agricultura. Sin embargo, varían en determinados aspectos, entre ellos el período de producción. Mientras la agricultura ofrece frutos o colectas en sólo unos meses, la silvicultura puede demorar años, dependiendo de la variedad que se maneje.
A través de ella se busca lograr mejores beneficios, en menos tiempo, y de manera sostenible. Adicionalmente, se estudian todos los aspectos vinculados al espacio forestal, ya sean bosques fríos, moderados o tropicales. Sus técnicas obedecen a la particularidad de cada superficie, garantizando su debido tratamiento según el tipo de productos, ya que no es lo mismo abordar bosques para la obtención de bálsamos o resinas para uso industrial o farmacéutico, que frutas o aceites destinados al consumo humano. Tampoco serán iguales las tácticas a desempeñar en bosques para fines recreacionales o forestales, que para asuntos investigativos.
ORIGEN de la silvicultura
La silvicultura surgió años después que la agricultura, en la Edad de Piedra. Inició con los nobles de la Europa Central, quienes utilizaron las selvas como recurso natural para la edificación y montería. Sin embargo, como método acreditado, emergió a finales del siglo XVII, con la naciente escuela de ingeniería forestal, en Alemania. Ésta fue creada debido a la carencia de buenos materiales para la fabricación de las flotas de la armada.
Se apoya en ciencias similares como la edafología, la climatología, la geobotánica, la ecología y la dendrología, entre otras. Si bien en sus inicios la silvicultura se concentraba en la obtención maderera, en la actualidad alcanza el sostenimiento de forrajes para el ganado particular. Además, la preservación de los hábitats naturales, el cuidado de cuencas hidrográficas y el florecimiento de áreas recreativas. Es así como el usufructo de las selvas ha contribuido a que se empleen para conseguir de ellas el mejor aprovechamiento. Tanto para el ser humano, como para el entorno ambiental.
OBJETIVOS
La silvicultura tiene como objetivo respaldar dos nociones básicas. La primera es la permanencia y aumento de la calidad de los bosques, y la segunda se deriva de usos múltiples. De allí que se empleen diferentes procedimientos silvícolas en función de lo que se desee obtener, ya sea madera, troncos, frutos o mejoramiento del ambiente.
Se destaca que una de sus principales orientaciones es hacia la conservación ambiental. Asimismo, la protección de fuentes hidrográficas, sostén de pastos para el ganado y el deleite público de los bosques.
CONFORMACIÓN DE LA SILVICULTURA
Se debe trabajar la silvicultura en concordancia con las metas planteadas. Si se busca cantidad, se debe enfocar la actividad en obtener el máximo incremento al año. Pero si lo que se plantea es mejorar la calidad de la materia, se incrementará o disminuirá el crecimiento, atendiendo mayormente a las características del bosque.
En montes tupidos, es de favorecer la poda innata, que disminuye la cantidad y el radio de los enlaces de la planta.
Cuando el interés es conservar el suelo en buen estado, debe regularse el cauce de los riachuelos y afluentes, o restablecer un monte destruido. De igual modo, hay que evitar en lo posible la poda o corte de árboles, siendo más prudente la aplicación de una silvicultura ecológica bastante conservadora.
CARACTERÍSTICAS y producción
La silvicultura no se basa, como la explotación agrícola, en la evaluación de producciones anuales. Toma en cuenta períodos de 30, 50, 100 o 200 años, lo que implica espera, predicción y planificación de labores para generaciones futuras. La evolución se expresa en anillos leñosos agarrados y fusionados. La generalidad de los bosques actuales son evoluciones de plantas forestales antiguas, que han logrado conservarse por las condiciones de sus suelos y los métodos sílvicolas aplicados.
De acuerdo a su producción se puede clasificar en:
- De producción directa. Aquella cuyo producto es conocido como bien o materia prima. Pueden ser identificados como maderables y no maderables. Los maderables contemplan los que aportan madera utilizada en la construcción. Los no maderables constituyen los elementos inmediatos como madera, frutos, leños, corcho, pasto, savia, montería, y otros. Son simplemente conmensurables o evaluables en variedad, y pueden ser valorados económicamente en el mercado. Requieren de la remoción del monte y su innovación.
- De producción indirecta. Referidos a aquellas derivaciones indirectas o externas efectivas. Se generan por su abundancia o simplemente por el hecho de preexistir. Aquí se observa el afianzamiento de carbono, normalización del ciclo hidrológico, biodiversidad, y otros. Son de propiedades inversas a los primeros y no se miden o evalúan fácilmente en el aspecto económico. Se obtienen o perciben por la mera existencia de la masa en el monte, siempre que se asegure su conservación, con las técnicas correctas de silvicultura.
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