La valeriana es una de las plantas herbáceas más reconocidas, debido a sus amplias propiedades medicinales. Su uso en la herbolaria se remonta a milenios atrás y en la actualidad, distintos laboratorios a nivel mundial, comercializan productos derivados de esta planta. La valeriana común – tal su nombre vulgar – es conocida científicamente como Valeriana officinalis. Su pertenencia es a la familia Caprifoliaceae y la subfamilia Valerianoideae. Su hábitat principal son los bosques, las márgenes de los ríos y las zonas húmedas de los herbazales, sobre todo del hemisferio norte.
La planta de valeriana, sus características
La valeriana es una hierba del tipo perenne. Puede llegar a medir hasta 2 metros de altura y su tallo es erecto y hueco. Se presenta de manera robusta y es acanalado.
Por su parte, las hojas de esta planta, son opuestas, pinnadas. Las hojas superiores presentan un pecíolo más corto y, hasta en algunas ocasiones son sésiles.
Las flores de la valeriana se presentan en color blanco o apenas rosado. En inflorescencias aplanadas donde aparece una central y 2 laterales. El cáliz de las flores de valeriana es tubuloso y mide unos 2,5 milímetros de longitud. La época de floración es la primavera y el verano.
Con respecto al fruto, es un aquenio. Se presenta en forma de rizoma, ovoide, de color amarillo por fuera y blanco por dentro.
Los principales componentes activos de esta planta se encuentran en sus raíces.
Propiedades de la valeriana
Desde hace miles de años, la valeriana es considerada uno de los fármacos por excelencia para equilibrar el sistema nervioso, a la vez que prácticamente no presenta contraindicaciones ni provoca ningún tipo de adicciones.
Sus principales acciones terapéuticas son las de ansiolítico, sedante natural, relajante muscular sobre todo en la región abdominal. Se lo considera apropiado en casos de dolores menstruales.
Como curiosidad, diremos que la valeriana, actúa como una droga psicoactiva en los gatos. Éstos se sienten atraídos a consumirla debido a su aroma y provoca efectos inmediatos en su comportamiento.
¿Cómo actúa la valeriana? Sus principios activos más importante son los valepotriatos, que al ser productos de fácil degradación es difícil conseguirlos en productos industrializados. Sólo podemos encontrarlos en el aceite esencial de valeriana. Estos principios activos actúan sobre el ácido gamma aminobutírico, que es un neurotransmisor, aumentando la concentración cerebral y relajando el sistema nervioso central y vegetativo. De esta manera, calma la ansiedad y la tensión muscular.
Una de las funciones que más concita la atención en la valeriana, es su capacidad de combatir el insomnio. Una infusión o unas gotas de aceite esencial, facilita la relajación, mejora la calidad del descanso y por sobre todas las cosas, no provoca ningún tipo de reacción adversa – al despertarse – como resaca o aturdimiento. Para ello se recomienda no ingerirla inmediatamente antes de ir a dormir ya que podría provocar un efecto contrario.
Es un complemento ideal para aquellos pacientes que realizan tratamientos para dejar de fumar ya que colabora en calmar la ansiedad y mejorar la capacidad de sueño, alteradas por la falta de nicotina en el organismo.
¿Cómo cultivar valeriana?
Para cultivar esta planta se requiere un clima templado a cálido, con bastante humedad. Puede desarrollarse en áreas de semi sombra o a pleno sol, en éste último caso es necesario garantizar buenas condiciones de humedad.
Los suelos más apropiados son aquellos sueltos, húmedos, profundos, bien fertilizados y enriquecidos con componentes orgánicos. Preferentemente, suelos con pH neutro.
La multiplicación de la valeriana se realiza por medio de semillas, éstas se pueden obtener a partir de los frutos cuando éstos comienzan a ponerse amarillos. El lugar adecuado para plantar las semillas es en semilleros con tierra bien desmenuzada, de tal manera que se facilite el enraizamiento. Las semillas se cubren con una capa de tierra que no sea mayor al doble del diámetro de las semillas. Esta labor debe realizarse a finales del invierno.
Transcurridos unos 20 días, posteriores a la germinación, las pequeñas plantas de valeriana pueden trasplantarse al huerto. Para ello, previamente es conveniente realizar ciertas tareas de preparación del suelo, que consisten en labrado del terreno, fertilización, agregado de materia orgánica y limpieza de cualquier otro tipo de hierbas.
Requieren de un riego abundante, 3 o 4 veces al mes. Siempre cuidando que el suelo no pierda sus niveles de humedad. La labor de desmalezado debe ser periódica.
A partir del segundo año de vida, ya es posible cosechar las raíces de valeriana. Es importante cortar previamente a la recolección de los rizomas, las sumidades florales, ya que una vez que se produce la aparición de las inflorescencias, disminuyen los principios activos de la planta.
La primavera y el otoño son las épocas del año más aptas para la recolección de las raíces. Éstas deben ser retiradas con mucho cuidado ya que los principios activos de la valeriana se encuentran justo debajo de la piel de los rizomas.
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