Conocido por su deliciosa fruta, la manzana, el malus doméstica o simplemente manzano, es un árbol cuyo origen se cree que estuvo en el Cáucaso y que luego se fue extendiendo por todo el mundo. Durante más de 15 mil años, esta planta ha sido domesticada por el hombre para aprovechar sus frutos, que constituyen un componente esencial de una dieta balanceada. Existen más de mil variedades de manzanos que son el producto de distintas hibridaciones logradas a través del tiempo. Actualmente, no hay un país en el mundo donde no se consuman los frutos del manzano.
Características del manzano
Perteneciente a la familia de las Rosáceas, el manzano es un árbol considerado de tamaño mediano, que puede alcanzar hasta 12 metros de altura. Es una planta caducifolia con una copa redondeada, y si se observa detenidamente, sus abundantes ramas crecen de forma casi horizontal. Su tronco presenta una corteza agrietada que, normalmente, se desprende en forma de placas.
Las hojas del manzano son apenas pecioladas, de forma oval, con una pubescencia marcada en el envés. Destaca su color verde intenso, y si se toma una hoja con las manos y se frota, se puede percibir el agradable aroma que despide.
El manzano presenta inflorescencias del tipo umbeliforme o corimbiforme, cada una de ellas con 4 a 8 flores hermafroditas. El manzano florece en primavera, precediendo la aparición de las hojas. La manzana, su fruto en forma de pomo, varía en tamaño y color según la variedad, pero suelen ir de un rojo intenso a un verde claro. En el centro de la abundante pulpa, el fruto del manzano cuenta con 7 a 10 semillas pequeñas. La mayoría de las variedades de manzano maduran en otoño.
Importancia cultural e histórica del manzano
Sin importar nuestras creencias religiosas, todos sabemos que la manzana es una pieza clave en los libros del Génesis del Antiguo Testamento. Allí se utiliza como símbolo del pecado y el árbol de la vida se representa por un manzano en el Edén. Más allá de sus aspectos simbólicos, el manzano es un árbol que desde la antigüedad ha sido domesticado para aprovechar sus frutos para el consumo.
La teoría que establece el origen de este árbol en el Cáucaso y la zona del Turkestán se vincula con el hallazgo de numerosas variedades silvestres en la región. En la actualidad, el manzano no solo es apreciado por sus frutos, sino también por su presencia en la cultura popular y su valor ornamental en jardines y paisajes.
Cultivo del manzano
El cultivo de este árbol está siempre relacionado con la variedad que se elija. Sin embargo, el más común, el malus doméstica, es una especie que prefiere climas templados a frescos y no es apta para climas tropicales y subtropicales.
Puede reproducirse a partir de sus semillas o esquejes, aunque en muchos casos se opta por utilizar patrones injertados. Antes de plantar los árboles, es necesario preparar el suelo, trabajando la tierra hasta una profundidad de medio metro. Es importante enriquecer el suelo con una buena cantidad de estiércol y fertilizante para facilitar un crecimiento más saludable de la planta.
Al colocar el patrón en el suelo, se debe hacer un hoyo que sea un tercio más grande que el diámetro de las raíces. Se recomienda acompañar la planta con una estaca que sirva de guía de crecimiento y atar la planta a la estaca. Cuando el árbol comienza a crecer, es necesario establecer un surco alrededor de la planta para que el agua de riego no se escape, ya que en los primeros años de vida, el manzano requiere de abundante tierra húmeda. Este surco debe ser rastrillado periódicamente para eliminar la hierba que se forma en él.
Cuidados del manzano
Durante todo el proceso de enraizamiento, el manzano debe ser regado de forma periódica, ya que necesita que la tierra esté húmeda de manera permanente. Una vez que las raíces se han desarrollado, si la región cuenta con buenas precipitaciones, bastará con el agua de lluvia. En cambio, en las regiones secas, se deberá disponer de un sistema de riego permanente.
La poda del manzano es una de las tareas más importantes para asegurar la salud del árbol. Se recomienda una poda de invierno, en la cual se retirarán todas las ramas laterales y secundarias, fortaleciendo así las ramas principales y asegurando una mejor floración y frutos más saludables.
Por último, el cuidado del manzano requiere una buena labor de escardeo de la tierra, cubriendo todo el perímetro del suelo que cubren las ramas. De esta manera, se elimina toda la hierba que crece bajo el árbol, permitiendo que acceda a todos los nutrientes que le proporciona el suelo, sin competencia.
Árbol milenario, el manzano sigue siendo un proveedor de uno de los frutos más apreciados por la humanidad, no solo por su valor nutricional, sino también por su relevancia cultural e histórica que ha trascendido fronteras y generaciones.