La rosa del desierto es un lindo arbusto, del que brotan exóticas flores de cinco pétalos, de color rosa, blanco y rojo. Su nombre científico es Adenium obesum, y aunque no guarda relación con la rosa tradicional, es realmente hermosa, no solo por sus tonalidades, sino también por su curioso tallo que va creando escultóricas siluetas a la par de su desarrollo. Sus hojas son ovaladas, de un verde intenso, y pueden medir de 9 a 11 centímetros.
Origen y características de la Rosa del desierto
Al hablar de rosa del desierto, algunos piensan en la curiosa roca que aparece en el desierto cuando se unen diversas capas de arena, yeso y agua. Es de color arena oscura, y a pesar de adoptar una forma similar a la rosa, no tiene nada que ver con las plantas.
La rosa del desierto a la que nos referimos hoy, pertenece a la familia Aprocynaceae. Proviene del este de África y el Sur de Arabia, donde retoña de forma natural en las laderas. Se le conoce también como adenio, y puede sembrarse en tierra, donde alcanza una altura de metro y medio, o en macetas, donde tiende a elevarse solo 50 centímetros.
Esta planta es de crecimiento lento, y sus flores tienen características similares a las de la Adelfa. Pueden estar solas o en ramilletes de 10 a 15 centímetros de diámetro. En el centro muestran una coloración más clara que la de los extremos, y pueden presentarse de un solo matiz o bicolor.
Toparse con una rosa del desierto en verano es un deleite visual. Es en esa época cuando “posa” rozagante con sus llamativas y aromáticas flores. Si está bien cuidada, puede regalar el placer de observarla en repetidas ocasiones, porque florece varias veces por cortos períodos de tiempo. Para embellecer los espacios interiores es, definitivamente, una de las mejores opciones que hay.
Cuidados de la rosa del desierto
La meta de todo quien se proponga cultivar una planta, es lograr que prospere de la mejor manera. Los cuidados varían según la especie, y la rosa del desierto es poco exigente en ese sentido. Gracias a su tallo, obtiene buena parte de su sustento, pues le ayuda a reservar el agua. Sin embargo, hay otros detalles que no se deben pasar por alto, y que te mostramos a continuación:
Temperatura: se recomienda mantenerla a una temperatura por encima a los 25 ºC. Si se somete a temperaturas por debajo de los 15 ºC, puede sufrir daños irreversibles, como la pudrición de raíces y la caída del follaje. En las regiones con invierno fuerte, se debe plantar en macetas, y resguardarla en sitios cerrados como cocheras. Si llegase a perder las hojas, podría recuperarlas en primavera, cuando retorne a su ambiente.
Iluminación: la rosa del desierto debe cultivarse en pleno sol, o empleando luz solar filtrada. Si no tiene suficiente luz, puede perder todas sus hojas, y morirse.
Humedad: se ha demostrado que la rosa del desierto debe crecer en climas relativamente secos, en los cuales la humedad esté por debajo del 40%. Si existe excesiva humedad, aparecerán hongos, que ocasionarán la caída de las flores y de sus hojas, así como la pudrición de sus raíces.
Riego: Debe hacerse de forma moderada para evitar que se encharque. Lo ideal es regarla una vez cada quince días durante el verano, y una vez al mes durante el otoño y el invierto. La rosa del desierto puede soportar meses de extrema sequía en su hábitat natural.
Sustrato: la rosa del desierto tiene que crecer sobre un sustrato arenoso, con perfecto drenaje, y capaz de secar con rapidez. Debe contener arena, limo y arcilla para que favorezca su “respiración”. Se han hallado ejemplares que son capaces de reproducirse en algo de arena, en una roca limpia. Para las macetas, se aconseja mezclar piedras pequeñas, arena gruesa, y unos pocos trozos de carbón vegetal. Otros emplean mantillo para cactus, con composta o materia orgánica que le de la humedad necesaria y el aporte de nutrientes.
Padecimientos: aunque es sana, es susceptible a ser atacada por hongos, pulgones y moscas blancas. Si eso sucede, se deben aplicar insecticidas especiales y cortar las hojas que estén infectadas. Otro de sus inconvenientes es la falta o exceso de agua, que podría generar problemas en sus raíces. Se debe tener precaución, porque la savia suele ser tóxica.
Abono: en los días cálidos, la rosa del desierto debe ser abonada con bajas concentraciones de crasas y fertilizantes para cactus. Lo ideal es que este proceso se lleve a cabo 2 o 3 veces durante el verano.
Reproducción: Existen dos formas para lograr la reproducción de la rosa del desierto: por semillas o por esquejes. Es un proceso sencillo, siempre y cuando se cumplan algunos requerimientos.
- Por semillas: se deben comprar las vainas que contengan las semillas. Una vez que se abran, se dará por culminado el proceso de maduración, y estarán listas para germinar. Las semillas deben extraerse de la penca y colocarlas en bandejas con tierra de jardín, arena gruesa, un poco de abono orgánico, y piedras pequeñas. Conviene separarlas unas de otras para que la rosa del desierto crezca adecuadamente. Tienen que sembrarse de modo que queden cubiertas completamente por una capa delgada de tierra. Durante este período, debe regarse la superficie cada tres días. La temperatura debe estar siempre por encima de los 28 ºC, ya que si se encuentra por debajo, se demorará el proceso de germinación.
- Por esquejes: hay que tomar un esqueje del tallo de la planta madre, y sumergirlo por 15 minutos en hormona de enraizamiento. Seguidamente, se debe enterrar unos cinco centímetros, en una vasija con buen drenaje y sustrato arenoso. El riego debe hacerse cada tres o cuatro días. Al cabo de un mes, la planta se tendrá que ubicar a pleno sol, y protegerla de las temperaturas bajas asociadas con la época de invierno. En un tiempo aproximado de dos meses, se habrá formado una nueva rosa del desierto.