La seta comestible, conocida popularmente como hongo blanco, hongo pambazo, seta calabaza o sencillamente calabaza, recibe en latín el nombre de Boletus Edulis, y se encuentra frecuentemente en bosques de pinos. Una de sus características distintivas, es que puede alcanzar dimensiones notables, entre 7 y 20 centímetros, tanto en el sombrero como en su base. Hay sitios donde se han hallado piezas de hasta 2 kilogramos de peso.
Es habitual que se le confunda con el Tylopilus felleus o el Boletus badius, pero éstos pueden ser amargos y tóxicos, por lo que se debe tener mucho cuidado. El Boletus Edulis es altamente apreciado en el ramo gastronómico. Se comercializa fresco durante el otoño, en el centro y sur de Europa, y seco en el resto del mundo.
El hongo Boletus Edulis fue descrito por primera vez en el año 1782 por el botánico francés Pierre Bulliard. Se trata de una seta micorriza que se da en lugares abiertos y templados. Crece sola o agrupada en espacios con poca exposición a la luz.
Características de Boletus Edulis
Su forma es característica y distinguible, similar a la de un corcho de vino. Su sombrero es de color pardo, con el borde mucho más claro que el resto. Tiene tonalidades blancas que se van oscureciendo en algunas áreas. La cutícula es lisa, no aterciopelada, y se torna viscosa si hay humedad. Sus tubos de himenio son blanquecinos al principio y luego se tornan de un tono amarillo oliva. Son largos, libres y fáciles de separar del sombrero.
Los poros del Boletus Edulis son al principio cerrados y finos, de un matiz blanco grisáceo o blanco puro. El sombrero es carnoso y sólido. Hemisférico al comienzo y se va haciendo convexo y/o aplanado. Cuentan con un pie robusto, grueso, lleno y sólido, ventrudo cuando es joven y cilíndrico cuando llega a la adultez.
La carne del Boletus Edulis es espesa, blanca, tierna e inmutable. Debajo de la cutícula es rojiza y con el paso del tiempo, o con la edad, va adquiriendo una consistencia esponjosa. Tiene sabor y olores particulares que-en contacto con el paladar-recuerdan ligeramente a la avellana.
Algunas variantes de la especie Boletus Edulis se diferencian por el color amarillento del sombrero y por la forma del pie, la cual tiende a ser muy regular, ensanchada y de sección constante y elíptica. Así encontramos la subespecie clavipes, también conocida como Boletus citrinus.
Hábitat del Boletus Edulis
Al hablar del Boletus Edulis nos referimos a una especie que se adapta a múltiples hábitats. Se ha encontrado en pinares, robledales, hayedos, abetales e inclusive en jarales, lo que la hace muy apreciada entre los conocedores de este tipo de hongos. Ha sido su facilidad de multiplicación en diferentes áreas, lo que ha incrementado su popularidad en el mundo culinario.
Uso en la gastronomía
El Boletus Edulis es uno de los hongos más apreciados en la cocina, gracias a su sabor y textura. Su nombre en latín revela esta cualidad, ya que el vocablo Edulis significa comestible.
Su uso es sumamente amplio, pues se acopla perfectamente a cientos de preparaciones. Es habitual que se consuma cocido, pero además se ofrece en conservas de vinagre o aceite. En crudo es una delicia.
Este hongo se presta para la preparación de carpaccios y marinados. Además se pueden confitar, saltear, hornear y freís. En las pizzas y los rissotos son un ingrediente estrella y, hoy en día, hay quienes lo aprovechan para elaboraciones dulces por su gusto parecido al de ciertos frutos secos.
Cultivo del Boletus Edulis
Si está interesado en cultivar setas Boletus Edulis, es fundamental tomar en cuenta diversos factores que le ayudarán a llevar a cabo de manera efectiva esta tarea. Cuenta con un sistema de cultivo similar al de los níscalos, que no siempre es exitoso, por lo que muchos prefieren pasar un buen día en el bosque con amigos y recoger sus propias piezas, o simplemente adquirirlas en el supermercado. Pero si se anima y lo logra, podrá hacerse con un buen suministro de una de las mejores y más sabrosas setas.
Existen tiendas especializadas que comercializan esporas de Boletus Edulis. Para sembrarlas sólo debe esparcirlas alrededor de ejemplares adultos de pinos, castaños, robles y abedules. La mejor época para hacerlo es desde la primavera hasta el otoño. Su colocación en árboles de más de 15 años de antigüedad, es lo que podría garantizar la fijación del hongo. No obstante, su formación es bastante lenta. Hay quienes hablan de una espera de cinco o diez años. Plantando el inóculo se pueden ver los resultados al segundo año quizás, pero es algo que no todo el mundo hacer porque se requieren de cuidados especializados. Lo principal es evitar los encharcamientos y el exceso de abono. El labrado de la tierra queda prohibido.
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