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Suelo orgánico

El suelo orgánico es aquel cuya composición básica presenta una gran cantidad de materia orgánica. También se le conoce como compost y se obtiene de forma natural mediante la descomposición aeróbica de restos orgánicos. La materia orgánica está formada por elementos de origen biológico, como residuos animales y vegetales, que atraviesan distintos estados de descomposición y, en condiciones adecuadas, se degradan principalmente por descomposición aeróbica durante el proceso de compostaje.

Suelo orgánico

Los residuos de plantas son los principales «ingredientes» del suelo orgánico. Estos son procesados por organismos como bacterias, hongos y lombrices, y aportan al suelo una porción significativa de nutrientes y mejoran su estructura física.

Los compuestos orgánicos influyen directamente en las propiedades físicas y químicas del suelo. Son indispensables para la fertilidad de la tierra y el desarrollo de los cultivos. Se localizan principalmente en el horizonte edáfico más superficial, es decir, en el horizonte A.

Importancia y usos del suelo orgánico

Ventajas del suelo orgánico

  • mejora la estructura del suelo, aumenta la retención de agua y la aireación, favorece la biodiversidad microbiana y la actividad de lombrices, y aporta nutrientes de liberación lenta que benefician a las plantas a largo plazo.

Residuos aptos para compostar

  • restos de cocina (frutas, verduras, cáscaras), residuos de jardín (hojas, césped, ramas trituradas), estiércol maduro de herbívoros y materiales de papel o cartón sin tintas tóxicas. Evite residuos de plantas enfermas, carne, aceites, productos animales no compostables, plásticos y metales.

Buenas prácticas de manejo

  • mantenga una humedad moderada y una temperatura adecuada para favorecer la descomposición aeróbica; combine residuos de carbono (hojas secas) con residuos de nitrógeno (restos de cocina); voltee el compost periódicamente y evite condiciones de saturación de agua. Al madurar, el compost debe oler a tierra fresca y presentar una textura suelta y uniforme.

Aplicación en el suelo

  • el compost maduro se incorpora al sustrato mediante labranza o acolchado para proteger las raíces; su uso regular mejora la fertilidad, reduce la necesidad de fertilizantes químicos y facilita la retención de humedad en suelos ligeros.

Caracterización de los Horizontes A

Los horizontes A son capas minerales situadas en la superficie del suelo o inmediatamente por debajo de un horizonte O. En ellos se ha desintegrado total o parcialmente la estructura de la roca madre, dando lugar a un manto que facilita el arraigo de la vegetación herbácea. Pueden presentar procesos de lavado vertical (eluviación) que, si son moderados, no generan un horizonte E, pero condicionan la acumulación superficial de materia orgánica y de arcillas.

Su color es más oscuro que el de las capas inferiores, debido a la mayor cantidad de materia orgánica descompuesta (humus) y a la intensa actividad biológica que favorece la formación de agregados y una porosidad adecuada para las raíces y la infiltración de agua.

El horizonte A está sujeto a la influencia de prácticas de manejo como la labranza o el pastoreo. Estas actividades pueden modificar su estructura, mezclarla con horizontes superiores o provocar compactación. En suelos bien conservados, conserva una fracción mineral significativa junto con materia orgánica, por lo que se le considera la zona de transición entre la capa orgánica y las capas minerales subyacentes.

En la clasificación, la capa orgánica superficial se denomina horizonte O (también conocido como horizonte H en algunos sistemas). Esta capa es rica en residuos vegetales y animales y tiene un contenido mineral muy bajo. En contraste, el horizonte A aporta la mayor parte de los nutrientes disponibles para las plantas y ejerce un papel clave en la retención de agua y en la protección del perfil del suelo frente a la erosión. Su presencia facilita el desarrollo radicular y la fertilidad del suelo a corto y mediano plazo.

Horizontes H y O

Los Horizontes H son estratos dominados por material orgánico formado a partir de acumulaciones de materia orgánica fresca, no descompuesta. También pueden contener materia parcialmente descompuesta en la superficie del suelo, la cual permanece saturada de agua durante largos periodos.

Los Horizontes O constan de material orgánico consistente de desechos intactos, frescos y ligeramente descompuestos. Entre estos se encuentran hojas, ramas, musgos y líquenes que se han acumulado sobre la superficie. Dicha capa no se ve afectada por los encharcamientos que afecten a capas más profundas del perfil.

  • Identificación en campo: el horizonte O es la capa superficial de material orgánico poco descompuesto, mientras que el horizonte H está dominado por materia orgánica fresca que puede incluir material parcialmente descompuesto y puede presentar saturación de agua.
  • Importancia ecológica: estas capas contribuyen a la reserva de carbono, proporcionan nutrientes de liberación gradual y favorecen la retención de humedad y la estructura del suelo.
  • Manejo del suelo: en suelos con horizontes H y O prominentes, las prácticas deben proteger la capa orgánica para evitar pérdidas de carbono y degradación, así como evitar la remoción excesiva de residuos vegetales.

Proceso de formación de suelos orgánicos

La formación de suelos orgánicos se basa en la acumulación, descomposición y almacenamiento de materia orgánica proveniente de residuos vegetales y animales. Esta materia puede proceder de hojas, ramas, residuos de cultivos, raíces, exsudados y de la biomasa de microorganismos muertos, entre otros materiales que se incorporan al perfil del suelo.

Inicialmente, en la superficie se acumulan cantidades de materia orgánica no descompuesta, especialmente en condiciones de humedad adecuada y con temperaturas que permiten la actividad biológica. A temperaturas muy bajas la descomposición es más lenta, mientras que temperaturas moderadas y un adecuado suministro de oxígeno aceleran el proceso.

Con el tiempo, bacterias, hongos y lombrices aprovechan estos residuos y descomponen la materia orgánica. Este proceso de descomposición transforma parte de la materia orgánica en compuestos inorgánicos, liberando agua y dióxido de carbono a la atmósfera y generando nutrientes que quedan disponibles para las plantas y para la biota del suelo. Entre los nutrientes liberados se encuentran sales de amonio, fosfatos y sulfatos, que pueden presentarse en la solución del suelo o unirse a las superficies de las partículas.

La fracción no mineralizable se transforma progresivamente en humus, un componente estable de la materia orgánica que mejora la estructura del suelo, su capacidad de retener agua y su dinámica de nutrientes. En conjunto, la mineralización y la humificación sostienen un ciclo de nutrientes que mantiene fértil el suelo a lo largo del tiempo.

Los compuestos inorgánicos resultantes se incorporan a la biosfera del suelo, alimentando a microorganismos y macroinvertebrados. Cuando estos organismos mueren y se descomponen, liberan de nuevo los nutrientes al sustrato, manteniendo un flujo continuo de nutrientes disponibles para las plantas. Este ciclo es la base de la fertilidad de los suelos orgánicos y de su resiliencia frente a la erosión y a las variaciones climáticas.

  • Factores que influyen: temperatura, humedad, oxigenación y pH del suelo, así como la disponibilidad de residuos y el manejo del riego.
  • Fuente de materia orgánica: cantidad, calidad y ritmo de aportes de residuos vegetales y animales.
  • Actividad biológica: comunidades de bacterias, hongos, lombrices y otros detritos que llevan a la descomposición.
  • Manejo del suelo: drenaje, laboreo, cobertura vegetal, compostaje y prácticas que favorecen la estabilidad de la materia orgánica.
  • Procesos de transformación: mineralización y humificación que liberan nutrientes y crean humus estable.

El Humus en el suelo orgánico

La materia orgánica que se descompone en el suelo da lugar a un componente estable conocido como humus. Este se caracteriza por contener abundante carbono, lo que le confiere su color negro o negruzco y su alta estabilidad frente a la descomposición rápida.

En mayor o menor medida, el humus contiene proteínas, ácidos húmicos y ácidos fúlvicos, así como otros componentes orgánicos complejos. Su composición es diversa y depende de la acción de los microorganismos del suelo, como hongos y bacterias, así como de la interacción con la biomasa de las plantas y sus residuos.

La descomposición de la materia orgánica continúa a lo largo del tiempo, y el humus desempeña un papel central en el ciclo de nutrientes. Cuando se producen procesos de mineralización, se generan sales minerales, dióxido de carbono y amoníaco, que se incorporan gradualmente al suelo como nutrientes disponibles para las plantas. La disponibilidad de estos nutrientes depende, en gran medida, de la cantidad y calidad del humus presente.

Más allá de aportar nutrientes, el humus mejora la estructura del suelo, favorece la formación de agregados, aumenta la porosidad y facilita la aireación y la infiltración del agua. También incrementa la capacidad de retención de agua y la capacidad de intercambio catiónico, lo que ayuda a conservar los nutrientes y hacerlos más accesibles para las plantas. Además, constituye un sustrato óptimo para microorganismos beneficiosos y favorece la biodiversidad del suelo.

Para agricultores y jardineros, la presencia de humus es indicativa de un suelo más fértil y resistente frente a sequías, erosión y pérdidas de nutrientes. A continuación se detallan prácticas para enriquecer el humus en suelos orgánicos:

  • Compostaje de residuos vegetales y estiércol bien descompuesto para incorporar materia orgánica de alta calidad.
  • Uso de cultivos de cobertura como leguminosas y gramíneas que aportan biomasa y, en su caso, fijan nitrógeno en el suelo.
  • Rotación de cultivos para diversificar residuos y reducir la presión de plagas.
  • Mulching o acolchado con residuos vegetales para proteger la materia orgánica y moderar la descomposición.
  • Reducción de la labranza y prácticas de manejo conservacionista para evitar la pérdida de humus.
  • Aportación de materia orgánica adicional mediante estiércol o compost maduro, aplicado de forma equilibrada y adecuada al cultivo.

Componentes de la materia del suelo orgánico

La materia del suelo orgánico resulta de materiales de origen vivo y de los restos de su descomposición. También forma parte de la biomasa acumulada en el suelo, que contribuye a la reserva de materia orgánica. En conjunto, estos componentes se pueden agrupar de la siguiente manera:

  • Vegetales y animales vivos: Son los organismos que residen en el suelo y afectan directamente su estructura, la capacidad de retención de agua y la disponibilidad de nutrientes. Además, influyen en los procesos bioquímicos que el suelo realiza sobre las plantas. Dentro de este grupo se encuentran, principalmente, las raíces y la biomasa microbiana, que en conjunto constituyen alrededor del 5% de la materia orgánica del suelo. También forman parte de este grupo la fauna y los microorganismos que se desarrollan a partir de restos o de enmiendas orgánicas.
  • Materia orgánica muerta: Representa el resto de la materia orgánica del suelo. Contribuye significativamente a la fertilidad química y física del suelo. En este grupo se encuentran la materia orgánica fresca (restos vegetales y animales), residuos de cultivos enterrados, compost, estiércol y otras enmiendas orgánicas. Estas fracciones en descomposición proporcionan nutrientes y mejoran la estructura del suelo con el tiempo.

Nota: dentro de la materia orgánica muerta, el humus es una fracción estable que se forma durante la descomposición y la humificación, persistiendo por años y favoreciendo la porosidad, la retención de agua y la reserva de nutrientes. Mantener un balance adecuado entre materia orgánica viva y muerta favorece la salud del suelo y la productividad de los cultivos.

Contaminantes orgánicos del suelo

Es importante reconocer que existen contaminantes orgánicos del suelo de origen diverso. Entre ellos se destacan los residuos de petróleo, aceites y derivados de combustibles, así como compuestos provenientes de fitosanitarios. Estos contaminantes llegan al suelo principalmente por la acción humana: actividades agrícolas, industriales y de transporte.

Los fitosanitarios, en particular, pueden considerarse una de las principales causas de contaminación del suelo debido a su uso en la agricultura. Aunque proporcionan beneficios como la protección de cultivos y, en ciertos casos, la mejora de la calidad y la cantidad de la producción, su manejo inadecuado puede generar impactos ambientales significativos y persistentes.

Es útil distinguir entre distintos grupos de contaminantes y sus efectos. A continuación se describen algunos de los más relevantes:

  • Fitosanitarios y plaguicidas: insecticidas, herbicidas, fungicidas y reguladores del crecimiento. Muchos de estos compuestos pueden adherirse al suelo, volatilizarse o lixiviar hacia aguas subterráneas, afectando a la biota del suelo y pudiendo implicar riesgos para la salud humana.
  • Hidrocarburos y derivados del petróleo: residuos de petróleo, aceites y disolventes que pueden persistir durante años, alterando la microbiota, la estructura del suelo y su capacidad de retención de agua.
  • Otros compuestos orgánicos persistentes: solventes clorados, benceno, tolueno y compuestos organoclorados, entre otros, que pueden migrar en el suelo y acumularse a lo largo del tiempo.
  • Fertilizantes y sus impactos: aunque no todos son contaminantes orgánicos, una gestión inadecuada de fertilizantes (especialmente nitrógeno y fósforo) puede provocar eutrofización del suelo y de cuerpos de agua, alterar la microbiota del suelo y facilitar la lixiviación hacia aguas subterráneas.

La gestión de estos contaminantes requiere enfoques integrados de prevención, monitoreo y remediación. Entre las medidas se destacan la reducción del uso innecesario de químicos, la aplicación de dosis y fechas recomendadas, el almacenamiento y la disposición adecuados de los productos agroquímicos, la implementación de barreras o cubiertas vegetales para disminuir la lixiviación y la adopción de tecnologías de remediación como bioremediación, fitorremediación o tratamientos especializados de suelos contaminados. La planificación debe respaldarse con muestreos de suelo para evaluar la magnitud de la contaminación y priorizar las áreas que requieren intervención.

Dic 14, 2017Laura Castro

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Delonix regiaJuniperus communis
Laura Castro

Experta en flores exóticas y plantas ornamentales

Siempre he sentido fascinación por las flores más inusuales y llamativas, especialmente aquellas con necesidades específicas. Me encanta compartir mi conocimiento sobre cómo cultivar con éxito flores exóticas y ornamentales, haciendo que incluso las especies más delicadas prosperen en cualquier entorno. Mi objetivo es ayudarte a cultivar con confianza, disfrutando de la belleza única que estas plantas pueden ofrecer.

📌 Mis temas favoritos: Orquídeas, suculentas, flores tropicales, métodos de propagación y técnicas especializadas para plantas delicadas.

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