Seguramente ha escuchado mencionar el ruibarbo en recetas tradicionales de postres británicos o centroeuropeos, donde su sabor ácido y característico aporta un toque distintivo. Aunque no es una fruta o verdura comúnmente conocida ni fácil de encontrar en todos los mercados, el ruibarbo destaca por su versatilidad tanto en la gastronomía como en la medicina tradicional.
En la cocina, el ruibarbo se utiliza principalmente en preparaciones dulces, como tartas, compotas y mermeladas, donde su acidez equilibra la dulzura de los ingredientes complementarios. Además, algunas culturas emplean sus hojas y tallos en remedios naturales para tratar problemas digestivos y otros malestares, aunque debe señalarse que las hojas contienen compuestos tóxicos y no son aptas para el consumo.
Además de su uso culinario y medicinal, el ruibarbo es valorado por su alto contenido en fibra, antioxidantes y vitaminas como la vitamina C y el K, lo que contribuye a sus beneficios para la salud. Sin embargo, es importante manipularlo adecuadamente y conocer sus características para aprovecharlo de forma segura.
Información general y características del Ruibarbo
La clasificación del ruibarbo genera cierta ambigüedad: desde la perspectiva botánica, se considera una verdura; sin embargo, en Estados Unidos, desde la década de 1940, se le ha catalogado como una fruta para fines culinarios y comerciales, clasificación que se mantiene hasta hoy.
El ruibarbo tiene su origen en Asia, donde fue empleado tradicionalmente en la medicina natural debido a sus propiedades digestivas y laxantes. Posteriormente, fue introducido en Gran Bretaña y Estados Unidos, donde rápidamente se incorporó a la gastronomía, especialmente en la repostería, formando parte de tartas, compotas y otros postres populares.
La parte comestible del ruibarbo es exclusivamente el tallo, que se asemeja al apio en su forma y textura, pero destaca por sus vibrantes colores que varían entre tonos verdes, rosas, rojos y morados, lo que lo convierte en un ingrediente visualmente atractivo. En contraste, las hojas y raíces del ruibarbo contienen ácido oxálico, un compuesto tóxico en cantidades elevadas que puede causar irritación gastrointestinal y favorecer la formación de cálculos renales. Curiosamente, el ácido oxálico también se utiliza industrialmente para pulir mármol, lo que subraya su potencia química.
Debido a esta toxicidad, es fundamental evitar el consumo de las hojas y raíces del ruibarbo y limitar la ingesta del tallo en personas con problemas renales o predisposición a cálculos, ya que incluso en la parte comestible puede haber trazas de ácido oxálico.
Cultivo del Ruibarbo
El ruibarbo es una planta que se cultiva principalmente en regiones donde se experimentan inviernos fríos, aunque puede adaptarse a diferentes estaciones. En climas fríos, los tallos adquieren un color rojo intenso, uno de los rasgos más característicos y atractivos de esta planta.
El frío desempeña un papel fundamental en el ciclo de crecimiento del ruibarbo, ya que estimula su desarrollo durante la primavera a través de un proceso conocido como vernalización. Para lograrlo, es necesario plantar los rizomas —tallos subterráneos horizontales que contienen varias yemas capaces de emitir raíces y brotes herbáceos— en otoño, de modo que puedan pasar la temporada invernal bajo tierra. Estos rizomas son extremadamente resistentes y pueden soportar temperaturas extremadamente bajas, incluso tan severas como las de Siberia.
Los peciolos, que constituyen los tallos comestibles del ruibarbo, crecen de manera óptima cuando las temperaturas rondan los 10 ºC, lo que coincide con la primavera y principios del verano en zonas templadas.
En cuanto al suelo, el ruibarbo requiere un terreno rico en nutrientes y con buen drenaje para evitar el encharcamiento, que puede perjudicar su desarrollo. Aunque prefiere suelos profundos y fértiles, puede adaptarse a suelos más ligeros o semiarenosos, siempre que no sean demasiado arcillosos o compactos, ya que estos dificultan el crecimiento de sus raíces. El pH ideal del suelo es ligeramente ácido, alrededor de 6, lo que favorece la absorción de nutrientes.
El riego debe ser moderado y regular, evitando el exceso de agua que puede generar estrés en la planta. Es preferible mantener el suelo húmedo sin llegar a encharcar, especialmente durante el desarrollo de los peciolos carnosos, ya que el ruibarbo es sensible al exceso de humedad.
Una plantación de ruibarbo suele tener una vida útil de entre cuatro y cinco años, aunque con un cuidado adecuado y condiciones ambientales favorables, puede mantenerse productiva durante más de una década. Para prolongar su vida y rendimiento, es importante realizar labores de mantenimiento como la eliminación de hojas dañadas, la fertilización anual y la protección contra plagas.
Conservación del Ruibarbo
Después de cosechar o comprar ruibarbo en el supermercado, es fundamental conservarlo adecuadamente para mantener su frescura y sabor, siendo la congelación uno de los métodos más efectivos.
El primer paso consiste en lavar cuidadosamente los tallos para eliminar cualquier residuo de tierra o suciedad, y luego secarlos bien para evitar la formación de hielo excesivo durante el congelado. A continuación, se recomienda utilizar un pelador de verduras para retirar las partes marrones, escamosas o fibrosas de los tallos, así como eliminar las hojas y raíces, que no son comestibles debido a su alto contenido de ácido oxálico.
Después de preparar los tallos, se deben cortar en trozos de aproximadamente dos o tres centímetros. Estos pedazos se extienden en una bandeja en una sola capa y se colocan en el congelador sin cubrir, un proceso conocido como congelación por contacto. Esto permite que los trozos de ruibarbo se congelen rápidamente y de manera uniforme, evitando que se peguen entre sí. Una vez que estén completamente congelados, se trasladan a una bolsa hermética o recipiente adecuado para almacenamiento en congelador. Bajo estas condiciones, el ruibarbo puede mantenerse en buen estado hasta por seis meses.
Es importante destacar que, cuando se va a cocinar ruibarbo, se debe utilizar utensilios de cocina fabricados con materiales no reactivos, como acero inoxidable, aluminio anodizado o teflón. Esto se debe a que la acidez natural del ruibarbo puede reaccionar con ollas de cobre, hierro o aluminio común, provocando un cambio de color poco atractivo en los tallos y manchas marrones en los recipientes. Además, estas reacciones pueden alterar el sabor del plato final.
Para prolongar aún más su frescura, el ruibarbo también puede conservarse en el refrigerador envuelto en papel absorbente y guardado dentro de una bolsa perforada, aunque esta opción es temporal y recomendable solo para unos pocos días antes de su consumo.
Recetas con Ruibarbo
Una de las preparaciones más sencillas y deliciosas con ruibarbo es la mermelada, que destaca por su sabor agridulce y su versatilidad en la cocina. Para elaborarla, se necesitan los siguientes ingredientes: 1 kg de ruibarbo, 800 gramos de azúcar, entre ½ y 1 litro de agua (según la textura deseada), el jugo de un limón y una copita de ginebra o coñac, que aportará un toque aromático y sofisticado.
Preparación: Primero, se deben limpiar los tallos de ruibarbo retirando la capa superficial con un cuchillo o un raspador, para eliminar cualquier impureza y suavizar su textura. Luego, se cortan en trozos pequeños y se colocan en una cacerola con agua hirviendo, dejándolos cocinar por aproximadamente 5 minutos para ablandarlos.
Después, se añade el azúcar y el jugo de limón, ingredientes que no solo endulzan sino que también equilibran la acidez natural del ruibarbo y ayudan a conservar la mermelada. Se debe revolver constantemente para evitar que se pegue y para que el azúcar se disuelva completamente, cocinando hasta que la mezcla alcance la consistencia deseada, que suele ser cuando el líquido espesa y adquiere un color translúcido.
Finalmente, se incorpora la copita de ginebra o coñac, que aporta un aroma característico y realza el sabor de la mermelada. Se mezcla bien y se procede a envasar la preparación mientras aún está caliente, preferiblemente en frascos esterilizados para garantizar su conservación. Esta mermelada es ideal para acompañar tostadas, quesos frescos o como relleno en repostería.
Además de la mermelada, el ruibarbo puede utilizarse en una variedad de recetas, desde tartas y compotas hasta salsas para carnes, aprovechando su sabor único y su capacidad para aportar frescura y acidez a los platos.
Uso medicinal del Ruibarbo
El ruibarbo ha sido valorado tradicionalmente por sus múltiples propiedades medicinales, especialmente como purgante natural. Para este propósito, se recomienda hervir 8 gramos de ruibarbo en 200 mililitros de agua y consumir una taza cada tres horas. Este método favorece la limpieza intestinal y ayuda a aliviar el estreñimiento de forma efectiva.
Además, el ruibarbo es útil en el tratamiento de diarreas crónicas y disenterías. En estos casos, se aconseja la ingesta diaria de un gramo de polvo de ruibarbo, que contribuye a reducir la inflamación y regular el tránsito intestinal.
Para controlar fermentaciones estomacales y mejorar la digestión, el ruibarbo se utiliza en pequeñas dosis. Su acción como tónico amargo y astringente ayuda a equilibrar la flora intestinal y a disminuir la producción excesiva de gases. Asimismo, estas propiedades le confieren un efecto laxante suave, que puede ser beneficioso para quienes padecen problemas digestivos crónicos.
Es importante señalar que, aunque el ruibarbo posee múltiples beneficios, su consumo debe ser moderado y supervisado, ya que en dosis elevadas puede resultar tóxico debido a la presencia de ácido oxálico. Por ello, se recomienda consultar con un profesional de la salud antes de iniciar cualquier tratamiento basado en esta planta.