Aunque se cultivaba en grandes cantidades, la avena sativa no siempre tuvo la misma aceptación que el trigo y la cebada, de hecho era considerada una mala hierba, pero con el tiempo esa percepción ha cambiado. Hoy día, es uno de los cereales de mayor ingesta en el mundo, debido a sus múltiples propiedades y a su gran aporte nutricional. Conocida popularmente como forrajera, es también utilizada para la alimentación del ganado vacuno, los caballos y las mulas.
El origen de la avena sativa es un tanto incierto. Algunos investigadores han documentado que los primeros cultivos se dieron en Europa Central, y que de allí se trasladó a Roma. Otras búsquedas arqueológicas hallaron granos de avena sativa en Egipto, pero no se ha podido comprobar que sea de allí de donde proviene su siembra.
Su consumo fue bastante habitual en la Edad Media e incluso mucho tiempo después, pero en el siglo XVIII, con la llegada de la papa al mercado, se redujo su comercialización hasta el siglo XX, cuando retomó el auge que había mantenido.
Características de la avena sativa
La avena sativa o silvestre, es una especie fanerógama (plantas vasculares que producen semillas), que pertenece a la familia Poaceae o gramíneas (la cuarta familia con mayor riqueza de especies).
Se le identifica también como una herbácea anual, y puede alcanzar entre 40 y 150 centímetros de alto.
Posee raíces potentes, abundantes y profundas, en comparación con otros cereales, lo que le permite absorber en mayor proporción los nutrientes del suelo, y disminuir la cantidad de fertilizantes requeridos para su desarrollo.
El tallo de la avena sativa, grueso y erecto, llega a medir de 50 a 100 centímetros. Contiene diversos entrenudos que terminan en grandes nudos, de donde se desprenden las hojas, que suelen ser planas y alargadas, de borde libre y dentado; con nervios paralelos bien marcados.
El limbo de los peciolos es largo, estrecho, áspero al tacto, con números pelos en la base, de una tonalidad verde casi oscura. En la unión entre éste y el tallo, se encuentra una lígula blanca y ovalada.
La inflorescencia de la avena sativa es en panícula (formada por un racimo de ejes laterales que se ramifican en forma de espiga), de donde crecen de dos a tres flores que se ubican sobre largos pedúnculos (rabillo que sostiene una inflorescencia o un fruto tras su fecundación) y se caracterizan por no desarticularse en la madurez.
El fruto es cariópside, es decir, que es seco, con una sola semilla, y el pericarpio adherido.
Rica en nutrientes
La avena sativa se diferencia de otros ejemplares por sus componentes a nivel nutricional. Su mayor riqueza es el almidón, seguido de proteínas, grasa vegetal, y un generoso aporte de omega3.
Sumado a esto, posee cantidades importantes de vitaminas B1, B2, B3, B6 y E, además de minerales como sodio, potasio, fósforo, calcio, magnesio, cobre, zinc, hierro y azufre.
Tiene fibra y gluten, por lo que su ingesta no es apta para los celiacos,
Siembra y requerimientos de la Avena sativa
La avena sativa es de climas fríos. No soporta las altas temperaturas, especialmente durante el proceso de floración y formación del grano.
Aunque no requiere de un terreno excesivamente preparado, mientras mejor se haga, más provechosa será la recolección (primavera y épocas lluviosas).
De todos los cereales adaptables a la estación de invierno, es el que más agua necesita, y a pesar de no exigir suelos totalmente fértiles, prefiere los profundos, de textura arenosa o arcillosa y ricos en cal.
La avena sativa suele sembrarse en zanjas separadas por, al menos, 20 centímetros. La cantidad de semillas a emplear dependerá del suelo y el clima, pero generalmente se usan de 100 a 150 kilos por hectárea, para obtener 250 plantas por metro cuadrado.
Este ejemplar se cosecha al alcanzar su madurez y de hacerlo en forma manual, debe cortarse antes de que esté muy seco.
Beneficios y propiedades medicinales de la Avena sativa
Fue en la Edad Media cuando empezó a ofrecerse la avena sativa como un estimulante cerebral y controlador hormonal.
Sin embargo, no son esos sus únicas bondades. La avena sativa adelgaza, depura, regula el colesterol y restaura los nervios.
Igualmente, se le han dado múltiples usos cosméticos, incorporándola en jabones, cremas y maquillajes, ya que combate la dermatitis, las irritaciones cutáneas, las erupciones y los herpes.
Como si fuera poco, la avena sativa es conocida por su capacidad como estimulante. Conocida como el “viagra natural”, es capaz de aumentar el deseo sexual de forma rápida y eficaz, en las personas y animales, especialmente en los caballos.
Otros tipos de avena
Existen distintas variedades de la avena sativa o salvaje, una de ellas es la “avena loca”, que se originó como una mezcla entre las malas hierbas y los primeros tipos de cebada.
La avena bizantina, de tonalidad amarillenta, es otra especie, que comparada con la sativa, es de menor rendimiento, pero la segunda más cultivada en el mundo.
También destacan la avena roja, una variedad tolerante al calor muy difundida en climas cálidos, la avena nuda, originaria de Europa del Sur, y la avena strigosa o negra, que posee pocos componentes beneficiosos para el organismo, pero se emplea con fines decorativos
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