Originaria de Sudáfrica, la cala, también conocida como lirio de agua o cala de Etiopía, es una planta muy valorada por la belleza y el aroma de su flor. Sin embargo, es importante aclarar que lo que comúnmente se percibe como la flor es en realidad una estructura llamada espata, una hoja modificada que envuelve el verdadero órgano floral, el espádice, donde se encuentran las pequeñas flores reales. Esta característica le confiere un aspecto elegante y distintivo que la ha convertido en una planta ornamental popular en jardines y arreglos florales.
La cala se adapta especialmente bien a climas cálidos y húmedos, razón por la cual su cultivo se ha extendido a muchas regiones del mundo con estas condiciones climáticas, desde América hasta partes de Europa y Asia. Además, es una planta bastante resistente, capaz de crecer tanto en tierra firme como en zonas con cierta humedad, lo que facilita su proliferación en distintos ecosistemas.
No obstante, es fundamental señalar que la cala contiene compuestos tóxicos, especialmente en sus raíces y hojas, que pueden resultar dañinos si son ingeridos por animales de granja o mascotas. Por esta razón, en algunas regiones se clasifica como una planta venenosa y se recomienda mantenerla fuera del alcance de los animales para evitar intoxicaciones. A pesar de ello, su cultivo continúa siendo popular debido a su bajo mantenimiento y su capacidad para aportar un toque de sofisticación a cualquier espacio.
Descripción de la cala y sus características
La cala, cuyo nombre científico es Zantedeschia aethiopica, pertenece a la familia de las Aráceas y se distingue por diversas características que la hacen única entre las plantas similares. Esta planta herbácea perenne mantiene su follaje verde durante todo el año, lo que la convierte en una opción popular tanto en jardines como en ambientes interiores.
La cala crece a partir de un rizoma grueso y ovalado, desde el cual emergen raíces que pueden alcanzar hasta 15 centímetros de longitud. De este rizoma surge un tallo carnoso subterráneo que impulsa el desarrollo de la planta, que puede alcanzar una altura de hasta un metro. Esta estructura subterránea le permite almacenar nutrientes y resistir condiciones adversas.
Sus hojas son uno de los rasgos más llamativos: presentan un brillo intenso y un color verde vibrante. Tienen bordes notablemente ondulados y terminan en una punta afilada, mientras que una nervadura central bien definida aporta rigidez y estructura. Esta combinación de textura y color contribuye a su atractivo ornamental.
Lo que comúnmente se conoce como la «flor» de la cala es, en realidad, una espata blanca, una bráctea que envuelve y protege la verdadera inflorescencia, llamada espádice. Esta estructura en forma de bastón, de color amarillo, contiene las flores masculinas y femeninas, ya que la cala es una planta monoica, es decir, que posee ambos sexos en la misma inflorescencia. Esta particularidad favorece su reproducción y polinización.
Además, la cala produce un fruto en forma de baya, de tono amarillo pálido, aunque no es común que siempre fructifique. Esta fruta contiene las semillas que pueden dar origen a nuevas plantas, pero debido a sus condiciones de cultivo y características biológicas, la fructificación puede ser irregular.
Como planta semiacuática, la cala se encuentra naturalmente en los bordes de estanques, riachuelos y zonas húmedas. En cultivos domésticos, es frecuente verla parcialmente sumergida en agua, lo que favorece su desarrollo y mantiene su aspecto saludable. Esta adaptación la hace ideal para jardines acuáticos o espacios con alta humedad ambiental.
Cultivo y cuidados de la cala
La cala despliega sus elegantes espatas blancas principalmente durante la primavera y a comienzos del otoño, ofreciendo un espectáculo visual y aromático que resulta muy apreciado. Esta imponente “flor” en forma de copa o cáliz es ampliamente utilizada en la elaboración de arreglos florales, centros de mesa para ceremonias y eventos importantes, lo que ha impulsado la expansión de su cultivo a nivel mundial.
La cala puede cultivarse tanto en macetas como planta ornamental de interior, así como en jardines al aire libre. Para su adecuado desarrollo, requiere suelos húmedos y fértiles, a los que se recomienda añadir una pequeña cantidad de turba para mejorar la retención de humedad y la aireación del sustrato. Sus rizomas deben plantarse en lugares donde la luz solar directa no sea intensa, ya que la exposición excesiva puede dañar la planta.
Durante el período de floración, la cala necesita un riego abundante y constante para mantener el sustrato húmedo, pero sin encharcarlo. Además, es beneficioso complementar el riego con la pulverización de agua sobre sus hojas y flores, especialmente en climas secos o calurosos, para mantener un ambiente húmedo que favorezca su desarrollo y evite el estrés hídrico.
A partir del otoño, la cala entra en un período de reposo vegetativo que puede durar aproximadamente tres meses, comenzando cuando la última flor cae. Durante esta fase, la actividad metabólica de la planta se reduce significativamente, por lo que el riego debe ser moderado, limitándose a mantener la humedad mínima necesaria en el suelo para evitar la desecación sin fomentar el exceso de agua.
La multiplicación de la cala se realiza mediante la división de sus rizomas, un proceso que debe llevarse a cabo con una herramienta de corte muy afilada para evitar daños innecesarios. Es fundamental desinfectar la zona cortada con un fungicida de amplio espectro para prevenir infecciones que puedan afectar la salud de la planta. Los rizomas divididos se deben plantar a una profundidad aproximada de 10 centímetros, en un sustrato adecuado que facilite su enraizamiento.
Es importante destacar que la cala no requiere poda, ya que su crecimiento y floración se desarrollan de manera natural sin necesidad de intervenciones para recortar sus hojas o tallos. Sin embargo, es recomendable retirar las flores marchitas y las hojas secas para mantener la planta en óptimas condiciones y fomentar un aspecto saludable.
Variedades de cala
Además de la conocida Zantedeschia aethiopica, existen otras variedades menos comunes pero igualmente atractivas, que gozan de gran aprecio entre los floricultores y coleccionistas. Estas variedades destacan por sus colores vibrantes y formas particulares, lo que las convierte en piezas codiciadas tanto para arreglos florales como para la jardinería ornamental.
Una de ellas es la Zantedeschia elliottiana, caracterizada por su espata de un intenso color amarillo oro, que contrasta elegantemente con su espádice del mismo tono, generando una combinación cálida y luminosa.
Por otro lado, la Zantedeschia rehmannii es una de las variedades más raras y llamativas. Su espata presenta tonalidades que van del rosa suave al rojo intenso, a menudo matizadas con delicadas vetas blancas que le añaden profundidad y textura visual. Su espádice, de un blanco puro, resalta con elegancia en el centro de la flor.
Una variedad particularmente singular es la Zantedeschia ‘Schwarzwalder’, que se distingue por un jaspeado blanco muy característico en sus hojas oscuras, aportando un efecto visual único. Su espata, de un azul profundo casi negro, contrasta notablemente con el espádice amarillo brillante, creando un espectáculo visual poco común en las calas tradicionales.
En el ámbito comercial, la producción de calas no solo se centra en la venta de flores y plantas, sino también en la exportación de bulbos, que son altamente valorados en mercados internacionales. Esta diversificación permite que variedades menos comunes y más ornamentales, como las mencionadas, se distribuyan globalmente, contribuyendo a la expansión de su cultivo y apreciación en diferentes regiones del mundo.
Aspectos de seguridad y precauciones
Es esencial tener presente que la cala contiene compuestos tóxicos en sus raíces y hojas, que pueden ser perjudiciales si son ingeridos por animales domésticos o de granja. Por esta razón, en algunas regiones se considera una planta venenosa y se recomienda mantenerla fuera del alcance de mascotas y niños para evitar posibles intoxicaciones.
Aunque su toxicidad representa un riesgo, la cala sigue siendo una planta muy apreciada y cultivada por su bajo mantenimiento y su capacidad para embellecer espacios interiores y exteriores. Sin embargo, quienes decidan cultivarla deben hacerlo con precaución, informándose adecuadamente sobre su manejo seguro.