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Convolvulaceae 3

Boniato

Boniato

Conocido en diversos lugares como batata, papa dulce, camote o patata dulce, el boniato es una planta que se distingue por su raíz tuberosa comestible, similar en apariencia a la papa común. Su sabor naturalmente dulce y, en la mayoría de los casos, su textura cremosa, lo han convertido en un ingrediente esencial en numerosas cocinas alrededor del mundo, desde América Latina hasta Asia y África. El boniato pertenece a la especie Ipomoea batatas, dentro de la familia Convolvulaceae, que incluye plantas trepadoras y herbáceas.

Originario de América Central y del Sur, particularmente de la región andina peruana, el cultivo del boniato se remonta a más de 8.000 años, lo que demuestra su importancia histórica y cultural en las civilizaciones precolombinas. A lo largo del tiempo, esta raíz ha sido valorada no solo por su sabor y versatilidad culinaria, sino también por sus propiedades nutricionales, ya que es una fuente rica en carbohidratos complejos, fibra dietética, vitaminas A y C, así como antioxidantes.

Además de su uso en la cocina, el boniato ha sido objeto de estudios por sus beneficios para la salud, incluyendo su capacidad para regular los niveles de azúcar en sangre y fortalecer el sistema inmunológico. En la gastronomía, se emplea en una amplia variedad de platos, desde purés y guisos hasta postres y panes, adaptándose a diferentes técnicas culinarias como el horneado, la fritura y la cocción al vapor.

Su cultivo es relativamente sencillo, ya que se adapta a diferentes tipos de suelo y climas, lo que ha permitido su expansión a nivel global. En muchos países, el boniato es un alimento básico, especialmente en zonas rurales, donde contribuye a la seguridad alimentaria debido a su alto rendimiento y resistencia a condiciones adversas.

Descripción y características del boniato

El boniato es una planta rastrera y trepadora, reconocida principalmente por sus tubérculos comestibles, que constituyen la parte más valorada de la planta. Además, en varios países asiáticos, donde el cultivo del boniato se ha extendido, las hojas también son consumidas como verdura, aprovechando su valor nutricional y sabor.

Sus tallos son sarmentosos, con una textura pubescente, y pueden presentar colores que varían entre verde y púrpura, dependiendo de la variedad. La longitud de los tallos oscila entre 1 y 8 metros, lo que le permite extenderse ampliamente y cubrir grandes superficies.

Las hojas del boniato muestran una gran diversidad morfológica, no solo entre diferentes variedades, sino también dentro de una misma planta. Son hojas simples y pecioladas, generalmente ovaladas, aunque sus márgenes pueden ser enteros, dentados o lobulados. Los tonos de verde varían desde un verde apagado hasta un verde oscuro intenso, lo que contribuye a la identificación de las distintas variedades.

Las flores del boniato suelen aparecer en racimos o de forma individual, creciendo en las axilas foliares. Tienen una forma acampanada y presentan colores que pueden ir del violeta al blanco. Cada flor cuenta con cinco sépalos, cinco estambres y dos carpelos. La floración ocurre desde mediados del verano hasta entrado el otoño, y una característica notable es que las flores se abren al comienzo del día y se cierran al caer la noche, un fenómeno que facilita la polinización diurna.

El fruto del boniato es una cápsula redonda, pequeña, con un diámetro aproximado de 7 milímetros, que contiene hasta cuatro semillas en su interior. Aunque el cultivo se orienta principalmente a la producción de tubérculos, la semilla es importante para la propagación y mejora genética de la planta.

La raíz del boniato

La parte más destacada de esta planta es su raíz, que se desarrolla en forma de tubérculos gruesos y alargados, ampliamente consumidos por su valor nutritivo y sabor. La apariencia de estos tubérculos varía considerablemente según la variedad, presentando cáscaras y pulpas que pueden ser blancas, amarillas, anaranjadas o rosadas, cada una con características organolépticas particulares.

Los tubérculos del boniato son una fuente importante de almidón y azúcares naturales, lo que les confiere un sabor dulce y una textura agradable tras la cocción. Debido a su versatilidad, el boniato se utiliza comúnmente como hortaliza en la alimentación humana, consumiéndose principalmente cocido, asado o en puré. Además, su contenido de almidón lo hace un recurso valioso para la industria, donde se emplea en la producción de almidón procesado, así como en la elaboración de productos derivados como harinas y bioplásticos.

Su cultivo no solo aporta beneficios culinarios, sino que también contribuye a la seguridad alimentaria en regiones donde otros tubérculos tienen menor rendimiento. La diversidad de variedades permite su adaptación a diferentes climas y suelos, ampliando su presencia en la agricultura mundial.

El cultivo del boniato

El boniato es una planta que prospera en climas tropicales y subtropicales, donde las temperaturas medias durante su crecimiento oscilan entre 21°C y 24°C. No tolera las heladas, pero resiste bien los vientos debido a su hábito rastrero. Requiere exposición directa a pleno sol y al menos 11 horas de luz solar diaria para un desarrollo óptimo.

La preparación del suelo es fundamental para un cultivo exitoso. El boniato necesita suelos bien drenados, aireados y ricos en materia orgánica para favorecer el crecimiento de sus tubérculos. Los suelos compactados dificultan el desarrollo radicular, por lo que se recomienda arar el terreno hasta una profundidad de 30 centímetros antes de la siembra. Además, es conveniente enriquecer el suelo con compost o abonos orgánicos y realizar aplicaciones de potasio, elemento esencial para la formación y calidad de los tubérculos. Sin embargo, se debe evitar el exceso de nitrógeno, ya que este promueve un crecimiento excesivo de la parte aérea en detrimento de la producción de tubérculos.

El boniato es una planta relativamente resistente a la sequía, pero para maximizar el rendimiento es aconsejable implementar un sistema de riego por goteo, que permite una distribución eficiente y controlada del agua. En promedio, cada planta requiere aproximadamente 30 litros de agua por semana, aunque esta cantidad puede variar según las condiciones climáticas y del suelo.

En cuanto a la multiplicación, el boniato puede reproducirse tanto por esquejes como por tubérculos. La propagación por esquejes implica plantar tallos jóvenes directamente en el suelo, una técnica rápida y efectiva. Por otro lado, la multiplicación mediante tubérculos consiste en sembrar batatillas o tubérculos pequeños, que actúan como semillas vegetativas. En regiones subtropicales, la siembra de tubérculos se realiza preferentemente en primavera, antes del inicio del verano, para aprovechar las condiciones climáticas favorables.

La cosecha se lleva a cabo cuando las hojas comienzan a perder su color verde oscuro característico y el suelo presenta grietas visibles, señales de que los tubérculos han alcanzado su madurez. Los tubérculos más pequeños, conocidos como batatillas, se reservan para la reproducción en la siguiente temporada de cultivo.

Beneficios y propiedades del boniato

Los tubérculos comestibles del boniato son una fuente rica en almidón, vitaminas, fibras y minerales, destacándose especialmente por su contenido de potasio, esencial para el equilibrio electrolítico y la función muscular. Además, el boniato proporciona provitamina A en forma de betacaroteno, vitamina B1 (tiamina) y ácido ascórbico (vitamina C), junto con un aporte significativo de vitamina E, reconocida por sus propiedades antioxidantes. La presencia de betacaroteno es especialmente notable en las variedades de pulpa amarilla o naranja intensa, lo que no solo les confiere un color vibrante, sino también un alto valor nutricional relacionado con la salud ocular y el sistema inmunológico.

La fibra dietética presente en el boniato contribuye a mejorar el tránsito intestinal, facilitando la digestión y ayudando a prevenir trastornos como el estreñimiento. Además, su consumo regular se asocia con la reducción del riesgo de cáncer de colon y la disminución de los niveles de colesterol en sangre, favoreciendo así la salud cardiovascular.

Más allá de su valor nutricional, el boniato se utiliza ampliamente en la gastronomía para la elaboración de dulces y postres tradicionales en diversas culturas. Por ejemplo, en algunas regiones de América Latina y el Caribe, es común preparar mermeladas, pasteles y compotas a base de boniato. Asimismo, las hojas jóvenes del boniato también son comestibles y se consumen tanto crudas, en ensaladas, como cocidas, aportando nutrientes adicionales y sirviendo de alimento para animales de corral en zonas rurales, lo que refleja la versatilidad de esta planta en la alimentación humana y animal.

Convolvulaceae, Plantas

Batata

Batata

La batata es un tubérculo de gran valor nutricional, ampliamente recomendado por profesionales de la salud para incluir en la dieta diaria debido a sus múltiples beneficios tanto para la salud física como emocional. También conocida como papa dulce, boniato o camote, la batata es la raíz comestible de una planta perteneciente a la familia Convolvulaceae. Su cultivo se extiende por diversas regiones del mundo, con especial relevancia en Suramérica y el Caribe, donde forma parte integral de la gastronomía local.

Este tubérculo es originario de zonas tropicales y subtropicales, por lo que es muy sensible a las bajas temperaturas. Para su adecuado crecimiento y desarrollo, la temperatura ambiental no debe descender por debajo de los 15 °C, ya que el frío puede afectar negativamente su producción y calidad. Además, la batata requiere suelos fértiles, bien drenados y con un aporte hídrico moderado. Durante su ciclo de cultivo, necesita entre 450 y 640 milímetros de agua para alcanzar un desarrollo óptimo. Estas condiciones garantizan un tubérculo saludable, con alto contenido de nutrientes como carbohidratos complejos, fibra, vitaminas A y C, y antioxidantes.

Su versatilidad en la cocina la convierte en un alimento básico en muchas culturas, utilizándose en preparaciones que van desde platos salados hasta postres, lo que facilita su incorporación en diferentes dietas y estilos de vida.

Características de la Batata

La planta de la batata es perenne, aunque comúnmente se cultiva como anual. Su crecimiento es rastrero y posee un tallo que puede variar desde los 10 centímetros hasta los 6 metros de longitud. Los tallos presentan una coloración que va desde el verde hasta el morado, e incluso combinaciones de ambos tonos. Algunas variedades tienen tallos cubiertos de vellosidades, mientras que otras carecen de ellos; sin embargo, todos los tallos son cilíndricos, con un grosor que oscila entre 4 y 6 milímetros.

De manera aislada en el tallo emergen hojas simples y alternas, con pecíolos largos y sin vaina. Estas hojas son vellosas y exhiben nervaduras delicadas que pueden ser de color verde o morado. Dependiendo de la variedad de batata, las hojas pueden ser enteras o presentar una atractiva forma acorazonada. En las axilas de las hojas surgen racimos de flores, que generalmente miden alrededor de cuatro centímetros de diámetro y cinco de largo. Estas flores tienen cinco pétalos y destacan por su vistoso color violeta o blanco, que atrae a polinizadores como abejas y mariposas.

Las raíces de la batata se desarrollan de forma abundante y ramificada. De estas raíces brotan los tubérculos, que en realidad son «falsos tubérculos» ricos en almidón y carotenoides, pigmentos responsables de su característico color anaranjado o amarillo. El peso de estos tubérculos puede variar considerablemente, desde 200 gramos hasta 6 kilogramos, dependiendo de la variedad y las condiciones de cultivo.

El fruto de la batata es una cápsula pequeña y redonda, que mide menos de un centímetro de diámetro. En su interior contiene entre una y cuatro semillas oscuras, aunque es importante destacar que la reproducción comercial de la batata se realiza principalmente a través de esquejes o brotes, ya que la germinación de semillas es poco común y menos eficiente.

Siembra y Cultivo de la Batata

La batata se propaga principalmente mediante plantines, que son brotes que emergen de las batatas-semilla. Estas batatas-semilla se cosechan un año antes y se almacenan cuidadosamente para su posterior siembra en viveros. Este proceso de reproducción generalmente se realiza durante los meses de agosto y septiembre, cuando las condiciones climáticas son ideales para el desarrollo inicial de los plantines.

Los plantines están listos para ser trasplantados al campo cuando alcanzan una altura de entre 25 y 30 centímetros. Es importante destacar que el rendimiento del cultivo mejora significativamente cuando se entierran un mayor número de nudos de los plantines, ya que cada nudo puede generar raíces y brotes adicionales, aumentando así la productividad.

El cultivo de la batata presenta dos períodos críticos dentro de su ciclo de crecimiento: los primeros 40 días después del trasplante y los últimos 40 días antes de la cosecha. Durante estas etapas, el riego debe ser especialmente cuidadoso y eficiente para evitar el estrés hídrico, que podría comprometer la supervivencia de los plantines y la calidad de la cosecha.

El ciclo completo entre el trasplante y la cosecha suele durar entre 130 y 150 días, dependiendo de la variedad y las condiciones ambientales. La recolección se realiza cuando las raíces tuberosas están completamente desarrolladas y presentan un tamaño adecuado. En condiciones óptimas, el rendimiento promedio es de aproximadamente 2.5 kilogramos por metro cuadrado.

Existen diversas variedades de batata, cada una con características particulares que influyen en su sabor, textura y conservación. La más popular y apreciada es la Morada Inta, conocida por su piel morada y pulpa amarilla con manchas anaranjadas, que le confieren un sabor dulce y una buena capacidad de conservación. Le sigue la variedad Okinawa 100, que se distingue por su piel blanca y pulpa cremosa, muy valorada en la gastronomía por su textura suave. Finalmente, está la Beauregard, reconocida por su piel y pulpa de color anaranjado intenso, que es especialmente rica en betacarotenos y se utiliza tanto para consumo fresco como procesado.

Valor Nutricional y Propiedades Medicinales

El sabor dulce y el alto contenido vitamínico de la batata la convierten en un alimento especialmente recomendable para niños y adultos por igual. Esta raíz es rica en vitaminas A, C y E, así como en fibra dietética, nutrientes esenciales que contribuyen a la formación y fortalecimiento de los huesos, el cuidado y regeneración de la piel, la eliminación de toxinas del organismo y el correcto funcionamiento de múltiples procesos biológicos.

Además, la batata contiene vitamina B6, que desempeña un papel crucial en la salud cardiovascular al ayudar a prevenir el endurecimiento de las arterias, reduciendo así el riesgo de enfermedades cardíacas. Su contenido en antioxidantes naturales ayuda a combatir el daño celular provocado por los radicales libres, ralentizando el envejecimiento prematuro y promoviendo el bienestar general.

Los nutrientes presentes en la batata también favorecen la salud capilar, fortaleciendo el cabello y previniendo su caída. Asimismo, su consumo está asociado con la reducción del estrés y la fatiga, gracias a su aporte equilibrado de vitaminas y minerales que apoyan el sistema nervioso.

Destaca además su elevado contenido en fibra dietética, superior al de la papa o patata común, lo que contribuye a mejorar la digestión y facilita el control del peso corporal. Una porción estándar de batata aporta aproximadamente 100 calorías, convirtiéndola en un sustituto saludable y saciante frente a los carbohidratos refinados.

A pesar de su sabor dulce, la batata tiene un índice glucémico moderado, por lo que su consumo no provoca incrementos significativos en los niveles de azúcar en sangre, siendo una opción adecuada para personas que buscan mantener un control glucémico estable.

Diversos estudios científicos han demostrado que el consumo regular de batata, especialmente la variedad de pulpa naranja, puede reducir significativamente el riesgo de desarrollar cáncer de estómago y enfermedades hepáticas. Esto se debe a su alto contenido en antioxidantes y compuestos bioactivos que protegen las células del daño oxidativo.

La batata es una fuente importante de vitamina E, un nutriente esencial que contribuye a prevenir diferentes tipos de cáncer, así como enfermedades cardiovasculares como embolias y problemas del corazón. Además, su riqueza en minerales como potasio y magnesio favorece la regulación de la presión arterial, lo que la convierte en un alimento recomendado para personas que padecen hipertensión.

Entre sus propiedades medicinales destaca su efecto depurativo, ya que ayuda a eliminar toxinas acumuladas en el organismo, promoviendo así una mejor función hepática y renal. Su facilidad de digestión la hace ideal para aliviar inflamaciones intestinales y contribuir a la recuperación de úlceras gástricas, aportando un efecto calmante en el tracto digestivo.

Además, la batata tiene un impacto positivo en la circulación sanguínea, ayudando a regular los procesos circulatorios y mejorando la oxigenación de los tejidos. Se le atribuyen también beneficios para la visión nocturna debido a su contenido de betacarotenos, que se convierten en vitamina A en el organismo. Por último, sus compuestos favorecen la cicatrización de heridas, acelerando la reparación de la piel y tejidos dañados.

Recomendaciones para su Consumo y Conservación

Al momento de adquirir batatas, es importante elegir aquellas que tengan la piel lisa, sin rugosidades, manchas ni golpes visibles. Además, deben estar firmes al tacto, lo que indica frescura y buena calidad.

Si se van a consumir asadas, se recomienda pelarlas previamente y conservarlas en un envase hermético para mantener su frescura y evitar la absorción de olores o humedad del ambiente.

Inculcar el gusto por la batata en los niños es altamente recomendable, ya que constituye una alternativa nutritiva y saludable frente a los dulces refinados y azucarados, cuyo consumo excesivo puede afectar negativamente la salud.

Una forma deliciosa y atractiva de preparar batatas es hornearlas en forma de chips para un snack o aperitivo. Para ello, se deben pelar o limpiar bien las batatas, cortarlas en rodajas finas y rociarlas con un poco de aceite de oliva, sal y pimienta al gusto. Luego, se colocan en una bandeja para horno y se cocinan durante aproximadamente 40 minutos a 220 °C. El resultado son chips crujientes y sabrosos, una opción mucho más saludable que las patatas fritas comerciales, que suelen contener grasas saturadas y altas calorías.

Es importante mencionar que la batata contiene oxalatos, compuestos que pueden interferir con la absorción de calcio. Por esta razón, las personas que padecen problemas óseos deben moderar su consumo. Asimismo, quienes sufren de cálculos renales o biliares deberían limitar la ingesta de batata para evitar complicaciones.

Convolvulaceae, Plantas

Campanilla

Campanilla

La campanilla, cuyo nombre científico es Convolvulus, es una planta comúnmente conocida también como corregüela o correhuela. Actualmente, se han identificado alrededor de 250 especies de esta planta silvestre, que es clasificada como una flor perenne debido a que mantiene su follaje verde y sus flores abiertas durante casi todo el año. Bajo condiciones óptimas y con los cuidados adecuados, la campanilla puede desarrollarse hasta convertirse en un arbusto de hasta 2 metros de altura, mientras que sus flores cuelgan de delicados tallos de entre 2 y 7 centímetros de largo.

La campanilla es ampliamente reconocida por su resistencia y adaptabilidad, lo que le permite crecer en una variedad de condiciones climáticas y tipos de suelo. Es una planta común en jardines, donde aporta un toque de color con flores que varían en tonos de blanco, rosa, azul y morado. Además de su atractivo estético, es utilizada en jardinería para cubrir suelos y paredes gracias a su capacidad de expansión rápida y densa. En términos de cuidados, requiere exposición al sol parcial o total y un riego moderado, asegurando un buen drenaje para evitar encharcamientos que puedan dañar las raíces.

Campanilla

Características de la campanilla

La campanilla, también conocida como farolillo de los Cárpatos, es originaria de Transilvania y de los Montes Cárpatos. Su cultivo se remonta al siglo XVII, cuando se le atribuía el significado de esperanza. Regalar un ramo de estas flores era considerado un gesto muy apreciado y significativo. Se distingue por sus hojas que crecen en espiral y sus flores con forma de trompeta, que presentan una variedad de colores, incluidos azul, rosado, blanco, violeta y amarillo. Estas características la hacen muy popular para el embellecimiento de fachadas, corredores y jardines.

No obstante, en algunas regiones, se considera una planta invasora y se clasifica como «mala hierba» debido a su capacidad para expandirse rápidamente sobre otras plantas, cubriéndolas y potencialmente asfixiándolas. Esta naturaleza invasiva puede representar un desafío para la biodiversidad local y el mantenimiento de jardines controlados.

Propiedades medicinales de la campanilla

La campanilla, con sus múltiples variedades, se encuentra en numerosas regiones del mundo, pero los mayores cultivos se sitúan predominantemente en zonas templadas o frías, especialmente en bosques y vergeles densamente poblados. A pesar de ser catalogada a menudo como «mala hierba», su belleza exótica y vibrantes colores son apreciados. Sin embargo, su cultivo no se limita a lo visual. Muchas personas valoran sus potenciales propiedades medicinales: las hojas grandes con forma de corazón y la raíz de la campanilla son utilizadas en el tratamiento de diversas afecciones, como el estreñimiento, actuando como un purgante natural.

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Además de sus usos como purgante, investigaciones preliminares sugieren que la campanilla podría tener propiedades antioxidantes y antiinflamatorias. Se requiere más investigación científica para confirmar estos beneficios potenciales, pero el interés en sus aplicaciones medicinales continúa creciendo. En algunas culturas, las infusiones de campanilla se utilizan tradicionalmente para aliviar dolores de cabeza y mejorar la digestión, incrementando su valor en la medicina popular.

Una belleza en el jardín

La campanilla es muy popular en países como Estados Unidos, donde representa un auténtico espectáculo visual al atraer colibríes y otras aves que se alimentan de su néctar. El diseño de sus pétalos, largos y estrechos, permite que estas elegantes aves se posen sobre las flores, enriqueciendo el paisaje con su presencia y movimiento. Las flores de campanilla crecen en racimos que lucen magníficos cuando se colocan en jarrones para decorar corredores y salones. Son muy apreciadas en la ambientación de bodas y eventos al aire libre debido a su capacidad para aportar frescura y color.

  • Adaptabilidad: La campanilla se adapta bien a diversos climas, lo que facilita su cultivo en distintas regiones.
  • Variedad: Existen múltiples especies de campanillas, cada una con características únicas en cuanto a color y forma, lo que ofrece opciones decorativas versátiles.
  • Beneficios ecológicos: Al atraer polinizadores como los colibríes, contribuyen al mantenimiento del equilibrio ecológico en los jardines donde se plantan.

Los cuidados de la campanilla

Aunque la campanilla prospera en climas templados, sus flores aparecen con mayor frecuencia durante las temporadas de primavera y otoño. Para aquellos interesados en incorporarla a sus viveros, es fundamental considerar las siguientes recomendaciones:

La campanilla

  • Es primordial garantizar que la planta reciba abundante luz, aunque debe evitarse la exposición directa. La claridad proporcionada por los rayos solares es suficiente para su nutrición y supervivencia.
  • La campanilla requiere un sustrato de tipo calcáreo (caliza) para su óptimo crecimiento.
  • Aunque esta planta se adapta bien a espacios interiores, se recomienda cultivarla en patios y jardines para un mejor desarrollo.
  • El riego debe ser constante, pero moderado, para evitar el encharcamiento que podría dañar las raíces y hojas.
  • Es importante eliminar las flores y hojas secas para prevenir ataques de hongos o insectos depredadores.
  • Dado que esta planta puede servir de alimento a insectos y larvas, es aconsejable realizar fumigaciones regulares.
  • Lo ideal es destinar un área específica para su crecimiento, evitando así que compita con otras plantas por espacio y recursos.
  • Se deben controlar las plagas que puedan atraer gusanos perjudiciales para los tallos, hojas y flores.
  • La primavera es una época propicia para el trasplante, aunque este puede adelantarse si las raíces sobrepasan la capacidad de la maceta. Una mezcla de arena y tierra fértil es esencial para un trasplante exitoso.
  • El abono es crucial durante la primavera y el verano. Se recomienda un abono líquido, aplicado al agua de riego cada dos o tres semanas. En el resto del año, se puede prescindir de esta práctica. El abono ideal debe contener nitrógeno, fósforo y potasio, además de microelementos. Es aconsejable ajustar las cantidades indicadas en las etiquetas, consultando siempre a un especialista.
  • Se debe procurar añadir nutrientes esenciales para su crecimiento, como hierro, manganeso, cobre, zinc, boro y molibdeno.
  • Al finalizar el invierno, es apropiado podar ligeramente la planta. Para ello, utilice tijeras desinfectadas y bien afiladas.
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