Octubre 2016 23
Tamarindo
El tamarindo es un árbol frutal de gran valor ornamental que se cultiva ampliamente en varias regiones tropicales del mundo. Este árbol no solo es apreciado por su belleza, sino también por su fruto, que tiene múltiples usos culinarios y medicinales. Originario de África Tropical y la India, el tamarindo se ha adaptado bien a diversos climas y su cultivo se ha extendido por muchos países. Su nombre científico es Tamarindus indica, y pertenece a la familia Leguminosae.
Características del tamarindo
El tamarindo es un árbol de crecimiento lento, que en su máximo desarrollo puede alcanzar una altura de 24 a 30 metros, con una amplitud de 12 metros y una circunferencia de 7,5 metros. Sus ramas son fuertes y flexibles, lo que las hace resistentes al viento. Su follaje es plumoso, compuesto por hojas pinnadas de 3 a 6 pulgadas, formadas por pequeñas hojuelas alargadas que se pliegan durante la noche. Las flores del tamarindo, de cinco pétalos y color rosa, contribuyen a su atractivo ornamental. La corteza del árbol se caracteriza por su tonalidad grisácea y aspecto resquebrajado.
El fruto del tamarindo
El fruto del tamarindo es una vaina similar a la de los frijoles, con una forma irregular, curva y abultada. Sus dimensiones varían entre 2 y 7 pulgadas de largo, y 4 de diámetro. A medida que madura, su pulpa verde y ácida se vuelve más dulce y jugosa, formando una pasta pegajosa con hilos fibrosos. La cáscara se torna quebradiza y las semillas endurecen. Generalmente, la vaina madura 10 meses después de la floración, conteniendo de 2 a 10 semillas envueltas en una capa protectora. El tamarindo se reproduce por semilla y comienza a dar frutos entre los siete y doce años, siendo productivo hasta los 40 o 60 años.
El tamarindo contiene un 20% al 30% de azúcares, 18% de ácidos orgánicos, 25% de agua y minerales como potasio, hierro y fósforo. También es rico en fibra, carbohidratos y flavonoides.
Beneficios para la salud
El tamarindo ofrece diversos beneficios medicinales. Es conocido por su capacidad para prevenir cálculos renales e infecciones urinarias gracias a su efecto diurético, derivado de su alto contenido de potasio. Además, es útil para tratar estreñimiento y problemas digestivos debido a sus propiedades depurativas. Su consumo, ya sea en jugo o al natural, puede ser parte de un régimen de control de peso. Las hojas del tamarindo también se utilizan para preparar tés que ayudan a regular la proliferación de parásitos intestinales.
Para un buen cultivo
El tamarindo prospera en áreas cálidas y es más susceptible al frío cuando es joven, por lo que necesita protección adicional en climas fríos. Prefiere suelos profundos, con buen drenaje y pH neutro entre 6,5 y 7,5. Aunque puede adaptarse a diferentes tipos de terrenos, estos suelos favorecen su desarrollo. Es esencial proporcionar abundante agua durante el verano para evitar la deshidratación.
El abono es crucial para el crecimiento del tamarindo. Se recomienda aplicar compuestos ricos en nitrógeno y fósforo, especialmente ante cambios irregulares. Una mezcla de 50 gramos de cada componente es adecuada durante los primeros cuatro años. Al finalizar el invierno, antes de la floración, es beneficioso aplicar materia orgánica descompuesta para prevenir enfermedades.
Reproducción, trasplante y poda del tamarindo
El tamarindo es poco exigente en cuanto a cuidados y se reproduce fácilmente por semilla o injerto. Un sustrato arenoso y un alto índice de humedad son ideales para preparar un semillero. La germinación ocurre entre ocho y diez días. Cuando la planta alcanza cinco centímetros, se puede trasplantar a otra vasija. Este procedimiento, conocido como repicado, consiste en trasladar la planta a un matero con alveolos más grandes o pequeños tiestos, cuidando de no dañar las raíces. Esto fortalece tanto el sistema radicular como el foliar, controla la altura de los tallos y permite seleccionar las plantas mejor germinadas para la siembra final.
Con el tiempo, es recomendable eliminar las ramas secas y cruzadas para mejorar el flujo de aire, prevenir enfermedades y favorecer la producción.
Granado
Científicamente se denomina Punica granatum; su nombre común es granado. Pertenece a la familia Lythraceae. Es el árbol que produce la granada, una fruta que se cosecha principalmente en otoño e invierno en las regiones mediterráneas, gran parte de Sudamérica y el sur de Estados Unidos. En diversas culturas, la granada se asocia al amor y a la fertilidad.
Orígenes y distribución
Existen diversas hipótesis acerca de su origen. Algunos sostienen que procede de Irán; otros sitúan su origen entre la región balcánica y el Himalaya. También se ha sugerido que su historia se remonta al menos al siglo IV a. C., y se mencionan referencias en textos bíblicos y en el Corán.
Características principales
- Nombre científico: Punica granatum
- Nombre común: granado
- Familia: Lythraceae
- Tipo de planta: árbol o arbusto de porte mediano
- Altura típica: 3–5 m en suelo; ≈1 m en macetas
- Tallo y corteza: tallo retorcido, escamoso, espinoso y grisáceo
- Brotación: las ramas nuevas brotan entre abril y junio
- Flores: rojas y hermafroditas; solitarias o en grupos de 2–5; diámetro de hasta 4 cm; pétalos de 5 a 8
- Fruto: granada; piel gruesa; arilos rojos que rodean las semillas; maduración en otoño e invierno
La fruta es apreciada por su pulpa jugosa y semilla; nutricionalmente aporta antioxidantes, vitaminas y fibra. El jugo de granada se utiliza en bebidas, salsas y postres, y la pulpa también se consume fresca o en preparaciones culinarias.
Usos y simbolismo
Usos: En gastronomía se aprovecha la pulpa y los arilos para consumirlos directos, exprimir su jugo o incorporarlos en ensaladas, salsas, postres y vinos. En jardinería, se cultiva como planta ornamental por su floración y su follaje atractivos. Culturalmente, la granada simboliza la abundancia, el amor y la fertilidad en el Mediterráneo y en el Medio Oriente.
El fruto del granado
La granada es redonda y reluciente. Su piel gruesa de color carmesí protege un interior repleto de arilos rojos y jugosos que encierran las pequeñas semillas. Existen variedades que difieren en dulzura, acidez y cantidad de pepitas; algunas se cultivan para ofrecer menos pepitas y facilitar su consumo.
Por lo general se consume cruda, se exprime para obtener jugo o se incorpora a ensaladas, yogur, salsas y postres. Su sabor combina notas dulces y ácidas, y su textura crujiente aporta contraste a muchas preparaciones. Además, aporta una buena dosis de hidratación y un perfil nutricional interesante para una dieta equilibrada.
En términos de salud, la granada aporta beneficios gracias a su aporte de potasio y a la variedad de micronutrientes. Es moderadamente calórica por porción y puede integrarse en dietas sanas. Entre sus nutrientes destacan:
- Vitaminas: vitamina C, vitamina K y ácido fólico (B9).
- Minerales: potasio, calcio, magnesio, hierro y trazas de zinc.
- También aporta agua, favoreciendo la hidratación.
En cuanto a compuestos bioactivos, la granada contiene flavonoides, taninos y ácidos orgánicos como cítrico y málico. Estos componentes confieren propiedades antioxidantes, antiinflamatorias y, en menor medida, astringentes. Entre los antioxidantes destacan las punicalaginas, que contribuyen al efecto antioxidante general de la fruta.
Consejos prácticos para la compra, conservación y uso culinario. Elija frutos firmes, pesados para su tamaño, con piel intacta y color uniforme. Evite magulladuras o signos de pudrición. En casa, la granada se conserva mejor en el refrigerador y puede mantenerse fresca durante varios días; el jugo se puede extraer y usar en ensaladas, salsas, marinadas y bebidas. Para preparar la fruta, corte y abra con cuidado para liberar los arilos sin romper la membrana blanca; así se evita un sabor amargo. Los arilos pueden espolvorearse sobre ensaladas mixtas, yogur, quesos frescos, granola y postres, o emplearse para dar color y sabor a salsas, glaseados para carnes y bebidas.
Cultivo y plantación del granado
Los climas tropicales y subtropicales favorecen la plantación del granado. En las zonas donde la época cálida coincide con la maduración de las granadas, se obtienen frutos de mayor calidad. Es fundamental proporcionar agua suficiente y mantener la planta fresca durante las fases críticas de desarrollo.
Imagen representativa del granado.
Solo algunas variedades, como la china y la turquestana, toleran las bajas temperaturas. En invierno pueden soportar hasta -18 °C; sin embargo, las heladas tardías pueden retardar la vegetación y la floración.
No es muy exigente con el tipo de suelo, pero rinde mejor cuando dispone de profundidad y tierras de aluvión. Prefiere suelos alcalinos y, en ocasiones, tolera cierto exceso de humedad. Evite suelos de secano que favorezcan la caída de flores y la reducción de la cosecha.
Quienes se dedican al cultivo del granado destacan la necesidad de suelos ligeros, permeables y frescos. Una de sus mayores virtudes es su resistencia a la sequía, a la salinidad y a suelos calcáreos; aun así, conviene evitar tierras muy secas.
La primavera es la época más adecuada para plantar el granado, preferentemente entre febrero y marzo, según la zona climática.
Pasos prácticos para la plantación:
- Paso 1: Cava un hoyo de aproximadamente 50 cm de profundidad, asegurando que el terreno conserve humedad y quede bien asentado.
- Paso 2: Aplica estiércol bien descompuesto y mézclalo con la capa de tierra para nutrir el fondo del hoyo; evita fertilizantes frescos que puedan dañar las raíces.
- Paso 3: Coloca una planta con raíz desnuda, procedente del vivero y trasplantada un día antes; ubícala en el centro del hoyo y cúbrela con tierra, asegurando que la raíz quede extendida horizontalmente.
- Paso 4: Realiza una poda ligera de la zona inferior para equilibrar el desarrollo y favorecer el enraizamiento. Retira ramas rotas o dañadas.
- Paso 5: Mantén una separación adecuada entre plantas de 3–4 m y entre hileras de 4–5 m para facilitar la ventilación, el riego y la cosecha.
Riego y manejo hídrico: Aunque el granado es tolerante a la sequía, requiere riegos regulares durante el primer año para favorecer el establecimiento de raíces. Prefiera riegos profundos y espaciados; evite encharcamientos que provoquen problemas radiculares.
Fertilización y manejo del suelo: Aplique nutrientes balanceados según análisis de suelo y siga con abonados ligeros cada 6–8 semanas durante la temporada de crecimiento. El uso de compost maduro mejora la estructura del suelo y la retención de humedad.
Protección de la plantación: Vigile plagas y enfermedades típicas del granado, como la pudrición de raíces, gorgojos y antracnosis. Una cobertura orgánica y un riego adecuado ayudan a reducir el estrés y a mantener brotes sanos.
Cuidados del granado
La fertilización del granado es importante, pero no debe excederse la cantidad de nitrógeno, ya que podría deteriorar la producción y la calidad de la fruta. Durante las fases de engorde y maduración, conviene reducirla a la mínima cantidad necesaria.
El estiércol o el compost deben reservarse para su aplicación en la primavera y al finalizar el invierno. Si el suelo es alto en potasio, este aporte puede mejorar la calidad de la fruta y su resistencia a tensiones ambientales.
El riego debe ser controlado, especialmente en primavera, porque un exceso podría desencadenar una abundante brotación de hojas y tallos, lo que favorece la infestación de plagas (barrena, pulgones, caparreta y cochinilla) y ciertas enfermedades (podredumbre y otros riesgos fúngicos). Lo conveniente es mantener un equilibrio entre el desarrollo vegetativo y la floración.
Un aporte de calcio ayuda a evitar que las frutas se rajen y contribuye a una mayor firmeza de la piel durante el almacenamiento.
- Fertilidad y suelo: aplica estiércol o compost bien descompuestos en primavera y al final del invierno. Si usas fertilizantes, prioriza aquellos de liberación lenta y ajusta las dosis a la edad de la plantación y al estado del suelo.
- Riego y humedad: realiza riegos profundos y menos frecuentes para favorecer un sistema radicular robusto; evita encharcamientos y adapta la frecuencia a las condiciones climáticas y al tipo de suelo.
- Control de plagas y enfermedades: inspecciona regularmente la planta; favorece la ventilación y la limpieza de la copa; ante infestaciones, aplica métodos compatibles con el cultivo y las normas locales, ya sean biológicos o químicos.
- Poda y manejo estructural: realiza poda de formación en los años iniciales y, posteriormente, podas de mantenimiento para abrir la copa, eliminar ramas cruzadas y madera muerta, y garantizar una buena penetración de la luz y la circulación de aire.
- Cuidados generales: emplea mulching para conservar la humedad, evita el estrés hídrico durante la floración y cosecha la fruta en el punto óptimo de madurez para obtener mayor sabor y jugosidad.
Podado y aclareo del granado
Entre diciembre y febrero se poda el granado para favorecer el flujo de aire en la zona interior de la copa y reducir la humedad, lo que disminuye el riesgo de enfermedades. Es vital eliminar ramas enfermas o muertas para lograr el rejuvenecimiento de la planta. También conviene eliminar los chupones y dejar un pequeño tocón de unos centímetros para evitar que la base se debilite y facilitar la cicatrización de los cortes.
Un proceso indispensable es el aclareo, que consiste básicamente en desprender los frutos que hayan recibido excesiva exposición solar o que presenten daños. Con este método se busca también controlar las dimensiones de la cosecha. Un árbol con demasiados frutos tiende a producir granadas de tamaño reducido, menos comerciales. Se recomienda dejar, como máximo, una o dos granadas por rama para asegurar calibre y calidad.
El mejor momento para efectuar el aclareo es julio. En la práctica, pueden realizarse dos jornadas con un intervalo de unos 20 días, de modo que la planta no sufra estrés excesivo y pueda continuar su desarrollo.
La recolección de la granada suele realizarse en septiembre, cuando la fruta empieza a cambiar de tonalidad. Por lo general se lleva a cabo en dos o tres tandas, ya que la maduración no siempre es uniforme. La cosecha se realiza de forma manual, con ayuda de tijeras o cuchillas afiladas, cuidando la fruta, que es sensible a golpes y caídas.
- Herramientas y prácticas: utiliza herramientas limpias y afiladas; desinfecta entre cortes para evitar contagios entre ramas.
- Calidad sobre cantidad: prioriza frutos sanos y calibres uniformes para obtener una cosecha más comercial.
- Post-cosecha: tras la recolección, manipula las granadas con cuidado y almacénalas en condiciones adecuadas para conservar su jugo y aroma.
Chirimoya
La chirimoya es una fruta tropical que despierta el interés tanto por su exótico sabor como por sus beneficios nutricionales. Originaria de Sudamérica, esta fruta ha conquistado paladares en diversas regiones del mundo gracias a su distintivo aroma y sus propiedades saludables.
Es una de las 2 mil especies de la familia de las Annonáceas. Su forma se compara con la de un corazón y prospera en las zonas cálidas de Perú, Colombia, Ecuador, España, Portugal, Australia, Nueva Zelanda y otros países de América Tropical y Europa. La chirimoya es una fruta carnosa y dulce, con un aroma similar al de la canela. Proviene de un árbol llamado chirimoyo, que puede alcanzar hasta 8 metros de altura.
La chirimoya (Annona Cherimola Mill), pertenece al género Annona. La planta que la produce tiene ramificaciones bajas, con hojas ovales, envueltas por una partícula gamuzada. De ellas brotan pequeñas flores que crecen solas, en pares o en grupos de tres. Se cosecha en otoño, hasta principios de la primavera.
La zona limítrofe entre Ecuador y Perú figura como lugar de origen de la chirimoya, aunque también se mencionan Chile y Colombia como cuna de las primeras plantaciones. Fue con el descubrimiento de América cuando se introdujo en Oriente y África, y se le bautizó como «manjar blanco».
Características de la Chirimoya
La chirimoya es verde por fuera y está cubierta de pequeñas protuberancias, parecidas a escamas de reptiles. Internamente, es blanca y se compone de unos grumos gelatinosos que cubren semillas negras, ovoides y brillantes. En su madurez, puede llegar a medir hasta 80 milímetros y pesar un kilo.
La costa granadina, entre Almuñécar y Motril, en España, destaca actualmente como una de las principales regiones de producción, aunque también se cultiva en Chile, Costa Rica, México, Guatemala, Argentina, Israel y EE.UU., entre otras naciones.
Se adapta bien a climas frescos, pero relativamente secos, con temperaturas entre 14ºC y 24ºC. El crecimiento de la planta es lento durante los primeros cuatro años, pero luego se desarrolla rápidamente. Se propaga por injertos, y los sembradíos requieren de métodos efectivos para prevenir plagas y enfermedades, tales como la mosca de la fruta y los hongos.
Valor Nutricional y Beneficios para la Salud
Luego de dos o cuatro días de ser recogida, la piel de la chirimoya adopta una tonalidad amarillenta y, en ocasiones, ennegrecida, indicando su madurez, momento idóneo para su consumo.
Además de agua, la chirimoya contiene hidratos de carbono, minerales, vitaminas del grupo B y vitamina C. Este último compuesto fortalece el sistema inmune y fomenta la producción de colágeno, además de la formación de huesos, dientes y glóbulos rojos. También promueve la absorción de hierro y actúa como un potente antioxidante, lo cual podría retrasar el envejecimiento.
La chirimoya aporta también potasio, crucial para la transmisión y generación del impulso nervioso y la actividad muscular normal. Su contenido de fibra mejora el funcionamiento intestinal, previene el estreñimiento, controla los niveles de glucosa en sangre y reduce el colesterol.
Es rica en calcio, fósforo, hierro, vitamina A y proteínas, por lo que se recomienda para personas con anemia, descalcificación, osteoporosis, patologías renales y problemas de concentración y memoria.
Usos y Aplicaciones de la Chirimoya
Lo mejor de la chirimoya es que es una fruta de fácil digestión, ideal para personas convalecientes, ancianos, niños en etapa de crecimiento y embarazadas. En dietas, es adecuada porque disminuye la ansiedad, aunque su consumo debe ser moderado debido a su alto contenido de fructosa y calorías.
Los pacientes con hipertensión o problemas cardíacos pueden incluirla en su dieta, ya que es baja en sodio. Además, la chirimoya tiene un potente efecto reductor de la fatiga, el decaimiento y la depresión, siendo tranquilizante y beneficiosa para el control de comportamientos compulsivos.
De sus semillas se extraen sustancias utilizadas en productos para tratar migraña, gota, cálculos y piojos, y también para fabricar insecticidas. En zonas rurales, las semillas se pulverizan, se mezclan con ceniza y se tamizan para obtener estos efectos.
Consejos para su Consumo y Conservación
La chirimoya al natural es deliciosa. La mejor manera de conservarla es en el refrigerador, a una temperatura de 8 a 15 ºC, siempre y cuando esté madura; de lo contrario, se retrasará su proceso de maduración.
Su sabor se asemeja al de la frambuesa, la fresa y el plátano. Para protegerla de la oxidación, se puede aderezar con unas gotas de jugo de lima o limón. En puré, cremas, zumos, helados o mermeladas también es sabrosa. Hay quienes la utilizan para preparar rellenos de tortas o pastelillos.
Se puede consumir a cualquier hora del día, aunque se sugiere evitarlo después de comidas copiosas para no causar gases o reacciones intestinales debido al exceso de azúcar.
Al comprar chirimoyas, es vital asegurarse de que no estén partidas y que su olor sea fresco. En algunos lugares, se venden envasadas; las de etiqueta roja suelen ser de mejor calidad. Si se adquiere verde, se puede dejar madurar en casa, en un lugar libre de humedad. La manipulación debe ser cuidadosa ya que su concha es muy sensible al tacto.