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Crassulaceae 4

Rhodiola

Rhodiola

En los suelos fríos del hemisferio norte se desarrolla la rhodiola rosea. Pertenece a la familia de las crasuláceas, y puede encontrarse en los Alpes, el Himalaya, los Pirineos y los Cárpatos, principalmente en las montañas rocosas. Su mantenimiento simple la convierte en una gran opción para quienes se inician en la botánica. Su atractivo no se limita a su hermosa apariencia, sino en sus cualidades medicinales.

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Crassulaceae, Plantas

Crassula

Crassula

Puede que llamarla “planta de Jade” o “planta del Dinero” resulte más común, pero su nombre científico es crassula. Este arbolito destaca entre las plantas como una de las más populares, debido a su gran resistencia, atractivo visual y su semejanza con los bonsáis.

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Árboles, Crassulaceae

Siempreviva

Siempreviva

Con el hermoso nombre de siempreviva se conoce a una planta. Se denomina así porque siempre está igual de lustrosa, conservando prácticamente en todo momento la tersura y brillantez de sus hojas. Es una planta perdurable, con una gran capacidad para resistir las condiciones más adversas o difíciles de desarrollo.

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Crassulaceae

Kalanchoe

Kalanchoe

La facilidad de cultivo del kalanchoe le ha otorgado una popularidad indiscutible, sumada a su capacidad para ofrecer flores hermosas y vibrantes durante todo el año. Esta planta es, sin duda, una opción ideal para la decoración tanto de espacios interiores como exteriores. Sus flores presentan colores exóticos y llamativos como el rojo, fucsia, naranja y amarillo, mientras que sus hojas carnosas le permiten almacenar y dosificar el agua eficientemente, adaptándose a condiciones de sequía. Por esta razón, se ha convertido en la favorita de numerosos cultivadores que manipulan las horas de luz para simular las condiciones de la primavera y así promover una floración continua. Aunque cualquier lugar bien iluminado es adecuado para su desarrollo, el kalanchoe alcanza su máxima expresión de belleza en jardines rocosos, donde su colorido destaca con esplendor.

Kalanchoe

El origen del kalanchoe se atribuye principalmente a Madagascar y otras regiones tropicales de África, donde crece de forma natural. Su nombre científico es Kalanchoe blossfeldiana y pertenece a la familia Crasulaceae, que incluye más de 125 especies distribuidas en diversas partes del mundo. Esta diversidad hace que el género Kalanchoe sea especialmente valorado en jardinería y botánica.

Además de su nombre científico, el kalanchoe es conocido popularmente por una variedad de apelativos que reflejan sus características y usos, tales como hoja de aire, oreja de burro, siempre viva, hojerilla, ojansín, planta de Goethe y dulcamara. Estos nombres reflejan no solo su resistencia y longevidad, sino también su importancia cultural en distintas regiones.

Por otro lado, es importante destacar que el kalanchoe no solo es apreciado por su belleza, sino también por sus propiedades medicinales en algunas culturas. Tradicionalmente, se ha utilizado para tratar inflamaciones y otras afecciones cutáneas, aunque es fundamental consultar a un especialista antes de emplearla con fines terapéuticos, ya que algunas especies pueden ser tóxicas si se ingieren.

Características del kalanchoe

La mayoría de las especies de kalanchoe son arbustos perennes que se caracterizan por su resistencia y adaptabilidad. Generalmente, su tamaño no supera el metro y medio de altura, aunque existen excepciones notables, como el Kalanchoe beharensis, que puede alcanzar hasta 6 metros de altura, destacándose por su imponente tamaño y su follaje denso.

Estas plantas prosperan especialmente en climas cálidos y templados, donde las condiciones de luz y temperatura favorecen su desarrollo. De forma natural, el kalanchoe florece entre los meses de enero y abril, coincidiendo con el final del invierno y el inicio de la primavera en el hemisferio sur. Además, es capaz de reflorecer en otoño, lo que las convierte en plantas atractivas durante varias estaciones del año.

Las flores del kalanchoe se presentan en grandes umbelas, una disposición floral en la que los pedicelos surgen desde un punto común, formando una estructura similar a un paraguas. Estas flores surgen gracias al crecimiento diferencial de células en la parte interna de los pétalos, lo que provoca que estos se curven hacia afuera y permitan la apertura de la flor, un proceso fascinante que contribuye a su peculiar forma y atractivo visual.

En cuanto a su follaje, las hojas son generalmente verdes, aunque pueden presentar manchas castañas o violetas que varían según la especie y las condiciones ambientales. Tienen una forma redondeada y se disponen de manera alterna a lo largo del tallo. Además, cuentan con una cubierta cérea que les proporciona protección contra la pérdida de agua, una adaptación esencial para sobrevivir en ambientes secos.

Los tallos del kalanchoe se desarrollan firmes y erectos, con un grosor que puede llegar hasta un centímetro, aunque no suelen alcanzar un metro de diámetro como se ha mencionado erróneamente en algunas fuentes. Esta estructura robusta les permite sostener el peso de las hojas y flores, además de almacenar agua, lo que contribuye a su resistencia frente a periodos de sequía.

Iluminación, temperatura y riego del kalanchoe

El kalanchoe requiere al menos 12 horas de luz diaria, pero es fundamental evitar la exposición directa a los rayos solares intensos, ya que pueden dañar sus hojas. Prefiere ubicaciones luminosas con luz indirecta o sombra parcial, especialmente durante las horas más fuertes del día. Este tipo de iluminación favorece su crecimiento saludable y la floración.

En cuanto a la temperatura, el kalanchoe se desarrolla mejor en ambientes con temperaturas entre 15ºC y 18ºC durante el frío. Es sensible a las heladas y a temperaturas inferiores, las cuales pueden afectar gravemente su salud o incluso provocar la muerte de la planta.

El riego debe adaptarse a las estaciones del año: en verano, se recomienda un riego abundante pero controlado, permitiendo que la tierra se seque ligeramente entre riegos para evitar el encharcamiento. En invierno, el riego debe reducirse considerablemente, ya que el kalanchoe entra en un período de reposo y requiere menos agua.

Es importante observar la humedad del sustrato como indicador principal para regar; la tierra seca es señal de que la planta necesita agua. Sin embargo, no se debe mojar directamente las hojas, pues esto puede favorecer la aparición de enfermedades fúngicas o bacterianas. Para mantener un ambiente húmedo adecuado, es aconsejable colocar la maceta sobre un plato o cuenco con agua y piedras, de modo que la evaporación aumente la humedad ambiental sin afectar directamente a la planta.

El kalanchoe

Para evitar problemas de pudrición radicular, es fundamental permitir que el sustrato se seque completamente entre riegos y asegurarse de que la maceta tenga un drenaje adecuado que permita eliminar el exceso de agua rápidamente. El uso de un sustrato bien aireado y con buen drenaje, como una mezcla de tierra para cactus con perlita o arena gruesa, contribuye a mantener la planta saludable y vigorosa.

Cuidados generales del kalanchoe

Durante la etapa de floración, es fundamental abonar con un fertilizante líquido diluido en el agua de riego cada 15 a 20 días. Este aporte nutricional favorece que las flores se mantengan vigorosas y prolonga su duración, además de estimular un crecimiento saludable de la planta.

Es recomendable realizar una eliminación regular de hojas y flores marchitas o dañadas. Esta práctica no solo mejora la apariencia estética, sino que también previene la proliferación de enfermedades y plagas, asegurando una planta más saludable y longeva. Asimismo, es beneficioso podar las partes viejas y secas que se encuentran cerca del suelo para promover el rejuvenecimiento y la formación de nuevos brotes.

Una vez finalizada la floración, se aconseja trasplantar el kalanchoe a una maceta de mayor tamaño. Esto proporciona un espacio adecuado para el desarrollo de las raíces y mejora la absorción de nutrientes y agua, contribuyendo a la recuperación y preparación de la planta para su próximo ciclo de crecimiento.

En caso de observar signos de podredumbre en la base de los tallos, es importante reducir la humedad ambiental y mejorar la ventilación alrededor de la planta. El exceso de riego y la falta de circulación de aire pueden provocar la proliferación de hongos y bacterias que dañan el tejido vegetal. Para evitar este problema, se recomienda regar con moderación y asegurarse de que la maceta cuente con un buen sistema de drenaje.

Multiplicación

La forma más sencilla y efectiva de multiplicar el kalanchoe es mediante esquejes. Esta técnica se recomienda realizar en primavera, utilizando brotes sanos de aproximadamente 7 u 8 centímetros de longitud. Tras cortar los esquejes, es fundamental dejarlos cicatrizar durante dos o tres días para evitar infecciones y favorecer el enraizamiento.

Una vez cicatrizados, los esquejes deben plantarse en un sustrato ligero y bien drenado, preferiblemente una mezcla con arena, que permita un buen equilibrio entre retención de humedad y aireación. Además, se recomienda ubicarlos en un lugar con temperatura estable, idealmente entre 18ºC y 20ºC, condiciones que favorecen el desarrollo radicular.

Cuando los esquejes hayan desarrollado raíces suficientes, es momento de trasplantarlos individualmente a macetas con tierra especial para cactus o suculentas, la cual proporciona el drenaje adecuado y nutrientes específicos para este tipo de plantas.

Además de la propagación por esquejes, el kalanchoe puede multiplicarse a partir de semillas. Este método requiere mayor paciencia y cuidados, ya que las semillas deben mantenerse en un ambiente protegido, bajo techo, a una temperatura constante de alrededor de 20ºC. Es importante mantener el sustrato ligeramente húmedo y evitar la exposición directa al sol para asegurar una germinación exitosa.

El kalanchoe también posee la capacidad de reproducirse a través de brotes adventicios en los márgenes de sus hojas, característica que algunas especies presentan y que facilita aún más su multiplicación natural.

Kalanchoe Características, cuidados, propiedades, beneficios Planta

Posibles enfermedades y plagas

El kalanchoe puede verse afectado por diversas enfermedades bacterianas, entre ellas las agallas o cecidias, que son protuberancias que se forman en la planta como respuesta a ataques de hongos, insectos y otros artrópodos. Estas deformaciones pueden dificultar el desarrollo saludable de la planta y requieren atención oportuna para evitar daños mayores.

Además, el kalanchoe es susceptible a infecciones virales y a infestaciones de plagas como pulgones y cochinillas, las cuales provocan la caída prematura de las flores y el debilitamiento general del ejemplar. En estos casos, lo más recomendable es consultar a un especialista en fitopatología o un agrónomo, quienes podrán indicar el uso adecuado de insecticidas o tratamientos específicos que respeten las características y necesidades de la planta.

Es importante destacar que durante el invierno es común observar una ligera rugosidad o una coloración rojiza en las hojas del kalanchoe, un fenómeno que no necesariamente indica enfermedad sino una respuesta natural al frío. No obstante, si se detectan hojas dañadas o en mal estado, se recomienda retirarlas cuidadosamente para evitar la propagación de posibles problemas.

Una dificultad frecuente entre los cultivadores es la ausencia de floración. Para favorecer la aparición de flores, el kalanchoe debe mantenerse en un ambiente fresco durante el invierno, con temperaturas mínimas cercanas a los 10 ºC. Posteriormente, en primavera, es conveniente trasplantarlo a un sustrato fértil y aumentar de manera progresiva tanto el riego como la exposición a la luz solar directa. Estas condiciones estimulan su ciclo reproductivo y promueven una floración saludable.

En la agricultura profesional, se emplean técnicas especializadas para inducir la floración durante todo el año, como el control riguroso de la temperatura, la iluminación artificial y el manejo del riego, lo que permite optimizar la producción y comercialización de esta planta ornamental.

Beneficios y propiedades del kalanchoe

En diversos países de América Latina, Asia y África, el kalanchoe es ampliamente utilizado como planta medicinal en la medicina tradicional, debido a sus múltiples propiedades terapéuticas comprobadas científicamente. Esta planta suculenta destaca por su capacidad para ofrecer alivio en una variedad de afecciones, lo que la convierte en un recurso natural valioso en comunidades donde el acceso a medicamentos convencionales puede ser limitado.

El kalanchoe se ha empleado con éxito para tratar abscesos y tumores, gracias a sus propiedades antiinflamatorias y cicatrizantes. Además, puede ayudar a regular la hipertensión y aliviar problemas gastrointestinales como diarrea y cólicos, promoviendo la salud digestiva. También es eficaz en la reducción de la inflamación general y en la cicatrización de heridas profundas, favoreciendo una recuperación más rápida.

Adicionalmente, estudios y prácticas tradicionales sugieren que el kalanchoe puede contribuir a calmar síntomas asociados con trastornos psicológicos como la esquizofrenia, episodios de pánico y estados de ansiedad o miedo, actuando como un complemento en el manejo emocional. Sin embargo, es importante resaltar que su uso en estos casos debe estar supervisado por profesionales de la salud para evitar interacciones o efectos secundarios.

Entre los compuestos activos del kalanchoe se encuentran flavonoides, alcaloides, y bufadienólidos, que son responsables de sus efectos antioxidantes, antiinflamatorios y antimicrobianos. Por ejemplo, en la medicina tradicional china y africana, se utiliza el jugo de las hojas para tratar infecciones respiratorias y problemas dermatológicos, demostrando su versatilidad como planta medicinal.

Crassulaceae, Medicinales, Plantas
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